Por el MSc. Grabiel Vargas Guevara
El conflicto hispano-cubano se internacionaliza oficialmente el 22 de abril de 1898 con la declaración de guerra de los Estados Unidos a España. El rechazo de Madrid al ultimátum estadounidense, la decisión de ir a la guerra estuvo condicionado por factores políticos internos, el gobierno español era temeroso de un levantamiento militar.
La prensa patriotera, en especial la madridista, imbuida por una corriente triunfalista se encargó de alimentar la hoguera guerrerista contra los infames norteamericanos, los cuales fueron presentados en diversas tiradas de ejemplares, como un ejército plagado de ineptos, incapaces de propinar una derrota a la heroica flota y a la aguerrida infantería española.
Los estadounidenses conocían que el ejército español era aguerrido y tenía vasta experiencia en Cuba, por lo que se vieron en la obligación de solicitar la colaboración cubana. El investigador Wilfredo de Jesús Campos Cremé en su ponencia al XXIV Congreso Nacional de Historia, explica los pormenores en relación a la toma de esa decisión:
A pesar del mensaje al Congreso del 11 de abril de 1898, donde el presidente Mckinley manifestó que no reconocería a los representantes del pueblo cubano. El coronel Arthur L. Wagner ordenó al teniente Andrew S. Rowan entrevistarse con el lugarteniente general Calixto García para recabar la cooperación militar[1](Aportes de las fuerzas de la 1ª división del Ejército Libertador en Guantánamo a la derrota española en la guerra de 1898,pá-147)
El general Calixto García pactaría la colaboración con el enviado espacial estadounidense, sin informar a las máximas autoridades cubanas. Al respecto el investigador Felipe Martínez Arango en una obra de su autoría que no ha sido superada nos narra este suceso:
El 1ro de mayo siguiendo las instrucciones de Washington y mediante el auxilio de la Delegación Cubana en New York y de los mambises en Cuba, es conducido hasta el Cuartel del general García, en Bayamo. Este necesario contacto previo al aguerrido Ejército Libertador cubano se llevó a cabo soslayando al General Gómez, General en Jefe del Ejército Cubano e ignorando al Gobierno de la República en Armas (Cronología crítica de la Guerra Hispano- cubanoamericana, pá-36)
La misión de Andrew S. Rowan, además de lograr coordinar una efectiva colaboración entre las fuerzas estadounidenses y cubanas. Estaba encaminada a dividir la jefatura del Ejército Libertador. Con este movimiento se desconocía la cadena de mando y las autoridades de la República en Armas, lo cual formaba parte de la estrategia general de Estados Unidos: no contraer acuerdos con las máximas autoridades cubanas para después tener las manos libres de todo compromiso y poder actuar conforme a sus intereses de cada momento.
Durante el transcurso de la guerra de 1898, en escenarios diferentes de la Isla de Cuba, como lo fueron Santiago de Cuba y la región central (Sancti Spíritus), las fuerzas militares estadounidenses protagonizaron varios episodios degradantes de la ética militar y subversivos contra los principios de nuestra noble causa.
A continuación, proponemos una cronología de los eventos más agraviantes contra la moral de los cubanos perpetrados por los estadounidenses. Y la respuesta dada a los mismos, por representantes del mambisado, fiel reflejo de la intransigencia revolucionaria heredada de la histórica protesta del 15 de marzo de 1878.
24 de junio 1898: Una vez iniciados los desembarcos por Siboney al este de Santiago de Cuba. Donde la coordinación con las fuerzas cubanas en tierra fue decisiva para el éxito de la operación militar. Parte de las tropas expedicionarias yanquis exigieron al general Demetrio Castillo Duany el desalojo de la casa que este utilizaba como Estado Mayor, tras arriar la bandera tricolor de estrella solitaria y en su lugar izar la estadounidense.
Este agravio no fue aceptado con sumisión, los oficiales cubanos tuvieron que contener a sus soldados, ya que estos trataron de embestir a los estadounidenses para recuperar el local y restituir el izado de nuestra bandera.
16 de julio de 1898: La firma de la rendición de la plaza militar de Santiago de Cuba, acto al que no se permite la presencia de las tropas mambisas que tanto habían contribuido a la victoria sobre España, y además se decretó la prohibición de la entrada a la ciudad de las mismas, bajo el pretexto de evitar derramamiento de sangre. Este doble agravio contra el pueblo de Cuba representado por el general Calixto García y sus tropas solo sería eclipsado por la posterior firma del Tratado de París[2].
El investigador Joel James Figarola, en su artículo: “La hispanidad en las Antillas y el año 1898”, al analizar la prohibición de Shaftter a la entrada de los cubanos a Santiago de Cuba, descubre el verdadero interés oculto detrás de la felonía yanqui:
[…] las guerras las ganan políticamente quienes toman las ciudades. De aquí el empeño del general Shaffter de que no entrasen los mambises en Santiago; de que sólo lo hicieran ellos, los interventores, y que sólo ante ellos capitularan los españoles. Así se creaba el espejismo de la “espléndida y pequeña guerra”, se creaba ante el mundo la falsa imagen de que los Estados Unidos y no los cubanos eran quienes habían derrotado a España. (Del Caribe, nº. 28, 1998, pp. 13-19.),
El día 17 de julio: El general Calixto García hace llegar al General Shafter su famosa carta de protesta y reivindicación, donde condenaba la negativa de prohibir la entrada de sus fuerzas a la ciudad, y exponía los principios sagrados de la revolución independentista.
El teniente mambí Santiago Cuesta Felizola, se enfrentó a soldados estadounidenses que intentaron arriar la bandera cubana en la batería alta de La Socapa para izar en su lugar la suya. Su digna actuación impidió que se repitieran los sucesos ocurridos en Siboney.
19 de julio de 1898: En poblado de Jibaro (Sancti Spíritus), luego de concluir el combate contra los españoles, en el cual participó un pequeño destacamento artillero estadounidense que habían desembarcado por la costa sur de las Villas. Estos tuvieron una actuación agraviante contra nuestra bandera.
Ante esta situación el general José Miguel Gómez salvaría la honra de los cubanos y haría pasar por un Consejo Militar a los profanadores de nuestro pabellón, lo que fue respaldado por el General en Jefe Máximo Gómez siempre intransigente contra los procederes antiéticos. Es importante señalar que la dotación artillera estadounidense fue separada del resto de las operaciones militares que se realizaron en esa región.
La investigadora Lourdes M. Méndez Vargas en relación a este acontecimiento afirma que:
La insignia cubana que fue arriada el 22 de junio en Siboney, Oriente, para dar paso arrogante a la norteamericana –bajo la mirada desconcertada del valeroso Demetrio Castillo Duany -, fue revindicada el 19 de julio tres semanas después, en el poblado de El Jibaro, en el centro de la Isla. (Véase: Arroyo Blanco 1898: el otro final de la guerra de Cuba. Ediciones Luminaria, Sancti Espíritus, Cuba.pá -22.)
Quizás la mayor respuesta dada por la máxima autoridad del Ejército Libertador, Máximo Gómez, a los imperialistas estadounidenses y a las facciones cubanas que lo omitieron de la coordinación de las acciones militares en nuevo contexto de la guerra. Fueron los acontecimientos en torno al poblado de Arroyo Blanco entre los días 26-28 de julio de 1898.Tras la derrota de las fuerzas españolas que defendían este baluarte del colonialismo, se realizó una ceremonia militar.
La omisión de las autoridades cubanas a la ceremonia de capitulación de la plaza militar de Santiago en las colinas de San Juan a los pies de una opulenta ceiba, y la posterior prohibición de las huestes mambisas a la ciudad. Tuvieron en Arroyo Blanco la subsanación de uno de los momentos más bochornosos de nuestra historia, en ese paraje del centro de la Isla, cubanos y españoles realizaron los procedimientos que corresponden entre dos bandos beligerantes para pactar la paz. Donde el General en Jefe de las fuerzas cubanas Máximos Gómez Báez y sus hombres dieron muestra de civilismo y apego al derecho internacional respetando al bando vencido.
Lo anteriormente descrito ha tenido poco reflejo en la historiografía que aborda la temática de la Guerra Hispano-Cubano-Estadounidense. Es probable que existan otros hechos, que hayan escapado a esta breve cronología y que estén recogidos en estudios locales de las diferentes provincias del país.