FELIPE POEY ALOY, EL PADRE ESPIRITUAL DE LOS NATURALISTAS CUBANOS

Articulo Divulgativo
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FELIPE POEY ALOY, EL PADRE ESPIRITUAL DE LOS NATURALISTAS CUBANOS

Por Pedro Ríoseco López-Trigo, Periodista

El llamado padre espiritual de los naturalistas cubanos, Felipe Poey Aloy, nació en La Habana el 26 de mayo de 1799, hijo de padre francés y madre criolla y, aunque pasó gran parte de su niñez en Francia, sus aportes científicos los desa­rrolla en Cuba donde es considerado uno de sus científicos cimeros.

Regresó a La Habana, después de la muerte de su padre e ingresó en el Real Seminario de San Carlos, donde fue alumno de Félix Varela Mo­rales. Allí se graduó de bachiller en Derecho en 1820 y luego viajó a Madrid (España) para con­tinuar sus estudios. Recibe allí la investidura de abogado y trabajó como profesor en la Real Aca­demia de Jurisprudencia y Legislación.

De vuelta a La Habana, se casó con María de Jesús Aguirre y Hornillos y tuvo un hijo. Con ellos, a los 27 años, viajó de nuevo a Francia en 1826 y, como naturalista innato, llevó 85 dibujos sobre peces cubanos, y 35 ejemplares conserva­dos en aguardiente, los que entrega al gran cien­tífico George Cuvier.1

Ese año colaboró en París con grandes zoólogos de la época. Fue uno de los fundadores, en 1832, de la Sociedad Entomológica de Francia, trabajó en el laboratorio de Cuvier y publicó sus primeros estudios sobre los insectos, el más importante de los cuales fue la Centuria de Lepidópteros de la isla de Cuba. Fue miembro de la Sociedad Zoológica de Londres, la Sociedad de Amigos de la Historia Natural de Berlín y socio de honor de la Real Aca­demia de Ciencias, del Museo y de la Sociedad de Historia Natural de Madrid.

Regresó a La Habana en 1833 y trabajó como pro­fesor de Geografía de Cuba y Geografía Moderna, así como de lengua francesa y latín. Se vinculó a la Sociedad Económica de Amigos del País, que le encomendó realizar el reconocimiento geológi­co de la isla de Cuba, y lo nombró posteriormente Miembro de Mérito, por su destacada labor.

Según el destacado periodista e investigador Alexis Schlachter, lo que lo hace un caso excep­cional en esta ciencia es el haber sido el autor del primer libro de Geografía de Cuba, en 1836, obra que llegó a editarse 19 veces, algo sin preceden­tes en las publicaciones geográficas del mayor Estado antillano. Y agrega que, en 1839, publicó en La Habana el libro de texto Cartilla geográfica, del cual se hizo una segunda impresión en 1855; en ese año dio a conocer el Compendio de geografía de la isla de Cuba, primera obra de su tipo escrita e impresa en el país. Al siguiente año, dio a la luz el Compendio de geografía moderna, utilizado en colegios y escuelas de enseñanza media, para el cual, su hijo Andrés, destacado meteorólogo, confeccionó un Atlas.

Promotor de la cultura científica y literaria, amante de las letras, fue anfitrión de tertulias o asistente a otras tan famosas como las del aboga­do Nicolás Azcárate, en Guanabacoa, y dedicó una buena parte de su quehacer literario, lingüís­tico, artístico e histórico a los Liceos habaneros.

Fundó igualmente el Museo de Historia Natu­ral en 1839 y, en 1842, ocupó la cátedra de Zoolo­gía y Anatomía Comparada en la Universidad de La Habana. Fue decano de la Facultad de Cien­cias y vicerrector de dicha Universidad donde fundó su biblioteca de Ictiología y de Ciencias Naturales; miembro fundador de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales y pre­sidente de la Sociedad Antropológica, ambas de La Habana.

Colaboró en varias publicaciones, tanto nacio­nales como extranjeras, y publicó sus Memorias sobre la historia natural de la isla de Cuba (1851 y 1856-1858), con sumarios latinos y extractos en francés, en dos volúmenes; así como Curso ele­mental de mineralogía (1872).

Su tratado Ictiología cubana o Historia natural de los peces de la isla de Cuba, en dos tomos, obra en la que trabajó durante más de cincuenta años, recibió, en 1883, Medalla de Oro y Diploma de Honor en la Exposición Colonial de Holanda. También en esta ocasión recibió de Guillermo III, rey de los Países Bajos, la condecoración del León Holandés.

Su Ictiología cubana, luego de permanecer por más de un siglo en el rango de los grandes clá­sicos inéditos, se publicó íntegramente en el año 2000 gracias al empeño de varias instituciones presidida por la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortíz de la Universidad habanera, en el contexto de las actividades que se efectuaron con motivo del bicentenario del natalicio de su autor.

Fue muy relevante su aporte a la extensa obra Naturaleza y civilización de la grandiosa isla de Cuba (1876), escrita por el humanista español Miguel Rodríguez Ferrer, en especial, en el tomo dedi­cado a naturaleza y su necesaria colaboración en sobre los comienzos de la antropología en Cuba.

El 28 de enero de 1891, a los 91 años, murió don Felipe Poey en La Habana, donde recibió homenaje póstumo en el Aula Magna de la Uni­versidad de La Habana. Posteriormente sus res­tos fueron exhumados y trasladados desde la ne­crópolis de Colón, hasta la propia Universidad, donde reposan en el antiguo edificio que albergó a la Facultad de Ciencias del recinto universita­rio como inspiración a los estudiantes y ejemplo de los científicos cubanos.


* Tomado del periódico Granma, 26 de mayo del 2022.

1 Zoólogo y estadista francés que estableció las bases de ciencias como la anatomía comparada y la paleontología.

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