Causas y azares del presidiario 113

Articulo Divulgativo

Por María Caridad Pacheco

El 4 de marzo de 1870, José Martí fue condenado por un consejo de guerra a seis años de trabajos en las canteras, por el delito de infidencia.

Ingresó al presidio y allí le cortaron el cabello, le vistieron con la ropa de presidiario, le fijaron al tobillo de la pierna derecha un grillete, unido a la cadena que aprisiona su cintura. Así le retrataron delante de un fondo blanco; una media columna hecha de cartón piedra imitando el mármol se colocaría al lado del preso para que este pudiera apoyarse durante la toma de la foto. Tenía tan solo 17 años de edad.

El fotógrafo del presidio, José Lorenzo Cabrera, anotó el número 113 para ponerlo al pie de la foto. Era el número que le habían asignado a Martí en su expediente carcelario y en él constaba que había sido condenado a seis años de trabajos forzados en el Presidio Departamental.

Se conoce que todo se había originado el 4 de octubre de 1869, cuando se aproximaba el primer aniversario de la guerra independentista. Ese día una escuadra de voluntarios pasó frente al hogar de Fermín y Eusebio Valdés-Domínguez y Quintanó, y acusó de proferir burlas a un grupo de jóvenes que allí estaban reunidos. Infundada o verídica la acusación, lo cierto es que por la noche la vivienda fue allanada y llevados a la cárcel los hermanos Valdés-Domínguez, a quienes se sumarían más tarde en calidad de detenidos Manuel Sellén, Santiago Balbín y Atanasio Fortier, todos bajo la acusación de haber faltado el respeto a los voluntarios.

Al inicio, pasó inadvertida una carta, encontrada en el registro y dirigida a Carlos de Castro, cuyo original se perdió hasta hoy, como también el expediente del Consejo de Guerra a que dio lugar, el cual llegó a tener 243 fojas.1

De la misiva se conocen dos versiones en lo esencial coincidentes, divulgadas años después por Fermín Valdés Domínguez, quien calzó el texto con su firma y la de José Martí. En ambas versiones se acusa a su antiguo compañero de aula y discípulo de Mendive de ser un apóstata por haberse alistado en el ejército español y todo parece indicar que nunca se envió a su destinatario. El 9 de octubre un agente policial se percató del mensaje que contenía la carta y dictó la orden de arresto contra el joven Martí, quien tenía entonces 16 años. Según Fermín, Martí declaró durante el proceso ser el único autor, pero aquí viene el aspecto más enigmático del asunto.

Resulta evidente que la condena impuesta a Martí de seis años de presidio, encerraba algo mucho más trascendente que una carta, sobre todo si se compara con las penas dictadas contra el resto de los encartados, principalmente su amigo Fermín, condenado a seis meses de arresto mayor. No sin razón se ha pensado que contra él pesaban otros cargos de mayor gravedad, sobre todo si se tiene en cuenta que se ha hablado de un primer fallo de pena de muerte,2 desestimado quizás por su corta edad, y por ser hijo y nieto de militares españoles.

Origen de la sentencia

Deportado en España, Carlos Sauvalle Blaín3 avisó que había dejado el periódico El Laborante a la sociedad Los Peligrosos, de que era órgano la publicación, cuyos miembros se encargarían de continuar su circulación. De esta forma aleja la posible implicación que el joven Pepe, preso desde el 21 de octubre de 1869, pudiera tener en sus operaciones. Cuando el proscrito Martí arribó a la península le brindó asistencia y apoyo cuando este enfermó, y esa relación fraternal y otros indicios hacen altamente probable que Martí colaborara en el periódico clandestino El Laborante y estos son, entre otros: la aparición del periódico en Guanabacoa durante una etapa en que Martí vivió allí junto a su familia, su amistad con Carlos Sauvalle, quien estuvo al frente de la publicación hasta su deportación a España; el hecho de que el propio Martí mencionara en una carta a Mendive la salida de una publicación que lo divertiría, por lo cual se infiere que tendría que ser una publicación cubana y clandestina, y la deuda contraída en más de 100 pesos (cifra considerable para la época) con una fábrica de papel.

Una de las hipótesis con mayor fundamento radica en la propia causa del encarcelamiento de Martí, quien en carta a su madre escrita desde prisión el 1.o de noviembre, le comunica que los Domínguez y Sellén saldrían al fin en libertad, y él quedaría encerrado. Evidentemente conocía la enorme diferencia que existía entre la acusación que contra él pesaba y la que pendía sobre los otros encartados. Fue, quizás, uno de los íntimos de Martí, el puertorriqueño Sotero Figueroa Hernández, que escribió un editorial en Patria al conocer la noticia de su caída en combate, quien parece dar la clave de este enigma:

Escapa de la muerte para ir a presidio, después de mostrarse ante sus victimarios como orador, y orador tan elocuente, que logra persuadir a aquellos de que el autor de una “criminal” publicación periódica era él exclusivamente, logrando salvar de este modo a su fraternal amigo Valdés Domínguez, que estaba complicado en la misma causa.4

Como se aprecia en este editorial, no se menciona la carta y sí una “publicación periódica”, evidentemente clandestina, que no podía ser ni El Diablo Cojuelo ni Patria Libre, porque ambas se publicaron durante el breve período de libertad de imprenta y estaban dentro de la ley.

El historiador Félix Lizaso González, quien parece haber manejado un informe policiaco de la época sobre Martí, llega a la conclusión de que la causa ostentaba una doble radicación correspondiente a dos delitos distintos: insulto a los voluntarios y sospechas de infidencia, y con vistas a fundamentar este último había llevado a efecto una minuciosa investigación, que revelaba la implicación de Martí, incluso, en los sucesos del teatro Villanueva.5

1 Vidal Morales y Morales: Iniciadores y primeros mártires de la Revolución Cubana, La Habana, 1901, p. 649, tomado de César García del Pino: El Laborante y otros temas martianos, Ediciones Unión, La Habana, 2006, p. 28. El historiador Raúl Rodríguez La O halló en archivos españoles el expediente y publicó interesante información en Dolor infinito (Ediciones Abril, La Habana, 2007).

2 Miguel Viondi y Vera. “Discurso pronunciado en la Cámara de Representantes, en la sesión solemne de mayo de 1909”, en Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, La Habana, 21 de mayo de 1909, vol. XI, no 20, cit. Por César García del Pino: Ob. cit., p. 27.

3 Incansable editor de publicaciones independentistas. Nacido en La Habana el 29 de agosto de 1839, hijo del notable naturalista Francisco Adolfo Sauvalle. Realizó estudios de ingeniería en el Instituto Civil de Troy, en Nueva York, y al estallar la revolución de 1868, se destacó inmediatamente entre los elementos más radicales de La Habana, siendo uno de los principales organizadores de la asonada del teatro Villanueva.

4 Sotero Figueroa: “¡Inmortal!”, en Revista Cubana. Homenaje a José Martí en el centenario de su nacimiento, Publicaciones del Ministerio de Educación, Dirección General de Cultura, La Habana, 1953, p. 379.

5 María Mantilla recordaba que a Martí le gustaba tararear una guaracha cubana (“El negro bueno”), que coincidentemente era la que se cantaba en el teatro Villanueva el día que fue asaltado por una turba de voluntarios españoles. Véase Salvador Arias: José Martí y la música, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2009, p. 21 y 57.

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