65 aniversario de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR)

Articulos Cientificos

por María Caridad Pacheco González

Con la victoria de enero de 1959, la admiración por el Ejército Rebelde, gestor colectivo de la hazaña que terminó con cuatro siglos y medio de dominio colonial y neocolonial en Cuba, se hizo extensiva a sus integrantes; cobraba cada vez mayor relieve la imagen del joven valiente, austero y humilde, caracterizado por el desinterés y las ansias de justicia social, a quien, en época muy temprana, la cinematografía revolucionaria inmortalizó con el filme “El joven rebelde”, de Julio García Espinosa.

En aquellos primeros años de la Revolución triunfante, esta se asociaba a guerra de guerrillas y de combates de luchadores clandestinos en el llano; por ello, Fidel, Raúl, Camilo, Che, Frank, José Antonio, Haydée, Melba, Vilma, Celia y Clodomira, entre otros héroes y mártires revolucionarios, constituían paradigma de valor y virtudes a seguir por los jóvenes de la época. No había conciencia de su ya marcado protagonismo; pero la juventud cubana a pocos meses del triunfo revolucionario decidió dar continuidad al ejemplo que emanaba de la experiencia guerrillera y sus protagonistas, afrontando tareas que, aún a la luz de códigos actuales, suponían actitudes en extremo audaces y transgresoras.

La gran obra emprendida por el Gobierno Revolucionario en todos los ámbitos de la vida económica, política y social del país, coadyuvó a que esa juventud, participante activa en la guerra de liberación nacional, respondiera de manera entusiasta y decidida al llamado de la Revolución victoriosa, que tenía por delante, como señaló el propio Fidel, una lucha mucho más difícil que la librada contra la tiranía proimperialista de Fulgencio Batista Zaldívar. Se hizo evidente que, en ella, existía una corriente unitaria que iba acrecentándose, según avanzaba la obra de la Revolución; se hacía necesario relegar a un segundo plano cualquier diferencia en el enfoque de los problemas o en el campo de las ideas, para poder consolidar la Revolución y llevar adelante las profundas transformaciones que habrían de convertir a Cuba en un país independiente.

La juventud se aprestó a formalizar una unión que se había gestado desde los difíciles años de la guerra liberadora, correspondiendo a la línea unitaria de la Revolución y de su máximo líder, quien con esa visión tan amplia que le caracterizaba y valorando los peligros que en una situación como la nuestra —a solo 90 millas de Estados Unidos— podían causar las fricciones y diferencias entre grupos juveniles orgánicamente constituidos por separado, aunque coordinados en un frente único, determinó que el camino correcto era la fusión en una sola organización. De este modo llevaba a las filas juveniles la misma línea unitaria de integración de las fuerzas revolucionarias que había aplicado tras el triunfo de enero.

Fue entonces que, el 28 de enero de 1960, se adscrita a la División Juvenil Revolucionaria junto a las Patrullas Juveniles y los Grumetes Revolucionarios.

La División Juvenil Revolucionaria formaba parte del Departamento de Instrucción del Minfar. La creación y desarrollo de los Jóvenes Rebeldes se debió, en lo fundamental, a la inspiración y el calor brindado por ese departamento, que dedicó cuadros del Ejército Rebelde encabezados por el máximo dirigente de la organización juvenil, el comandante más joven de la guerra, Joel Iglesias Leyva (1941-2011). En la labor realizada por esta organización tuvo un papel muy destacado el comandante Ernesto Che Guevara, jefe del Departamento de Instrucción, quien apadrinó a la asociación juvenil desde su surgimiento.

En sus inicios, a la AJR entraban jóvenes desmovilizados del Ejército Rebelde y desempleados entre 13 y 18 años de edad, y más adelante, se amplió para dar lugar a todos los jóvenes sin distingos de sexo, extracción social o ideología que, dentro de los límites de edad señalados, estuvieran dispuestos a defender la Revolución y llevar adelante su programa.

Necesariamente tenía que ser —por el momento histórico en que se creaba— una organización de masas, que gozara de prestigio entre la juventud y diera su respaldo más decidido a la obra de la Revolución. Por ello, al celebrarse del 21 al 24 de octubre de 1960 la I Plenaria de la AJR, esta dejó de ser una organización semimilitar, para convertirse en la agrupación de todos los jóvenes revolucionarios. Al convertirse en la asociación política de toda la juventud, la base de la AJR se amplió a jóvenes estudiantes, trabajadores y campesinos comprendidos en las edades de 14 a 25 años, bajo la consigna de “Estudio, trabajo y fusil”.

En la plenaria se discutió la “Guía del joven rebelde”, que sirvió de estatutos a la organización y trazaba la estructura, la línea político-ideológica y organizativa de la asociación, así como las cualidades que debían poseer los jóvenes para pertenecer a ella, sus actividades fundamentales y su proyección internacional. De igual modo, se analizó en la plenaria la necesidad de crear una organización que se ocupara de los niños y se acordó utilizar las Patrullas Juveniles para realizar este trabajo; se incorporó a los menores de 14 años que se encontraban en la AJR. Un año más tarde, el 4 de abril de 1961, se convirtieron en la Unión de Pioneros Rebeldes (UPR), y se amplió el contenido de sus actividades a todas las esferas de la vida social de los niños.

El 28 de octubre de 1960, en ocasión del primer aniversario de la desaparición del comandante Camilo Cienfuegos, se dio a conocer el “Llamamiento a la integración de la juventud cubana”, que suscribieron representantes de las diferentes organizaciones revolucionarias. En el documento se fundamentaba la necesidad de la unidad del movimiento juvenil cubano y se exhortaba a coordinar los esfuerzos según el programa contenido en la primera Declaración de La Habana —respuesta del pueblo de Cuba a la farsa orquestada por el imperialismo y sus títeres de la Organización de Estados Americanos (OEA), que, en San José, Costa Rica, habían declarado a Cuba “incompatible, con el sistema interamericano”, con lo que preparaban el camino para la agresión militar.

Al frente de la organización se designó una dirección provisional, que funcionaría hasta la celebración del primer congreso, presidida por Joel Iglesias e integrada por compañeros procedentes de las filas de la FEU y el Ejército Rebelde como fueron el comandante Ángel Quevedo Valdivia y Ricardo Alarcón de Quesada.

Desde su constitución, la AJR realizó un trabajo altamente positivo en el seno de la juventud cubana. Forjó el espíritu patriótico y antimperialista de quienes integraron sus filas, orientó a los jóvenes en el camino de lograr la unidad de toda la juventud cubana y reforzar la del pueblo, combatió las campañas diversionistas dentro y fuera de la asociación.

En su I Congreso Nacional, la AJR adoptó el nombre de Unión de Jóvenes Comunistas (4 de abril de 1962), por lo que este fue el congreso fundacional de nuestra actual organización juvenil marxista-leninista. Con el cambio de nombre, se transformaron la estructura interna, objetivos de trabajo y normas de funcionamiento de la organización.

El primer Comité Nacional quedó encabezado por el comandante del Ejército Rebelde Joel Iglesias e integrado, además, por Ricardo Alarcón, Fernando Ravelo Renedo, y Andrés Rodríguez, entre otros. La organización estaba formada por jóvenes obreros, campesinos, estudiantes, empleados e intelectuales, organizados de forma independiente.

Se estableció que podían pertenecer a ella, todos los jóvenes entre 14 y 27 años de edad, que mostraran una actitud de vanguardia en el trabajo, el estudio y la defensa.

En la clausura del evento Fidel señaló: “Por todo lo que han hecho los jóvenes, por todo lo que han hecho en la historia de nuestra patria, por todo lo que han hecho en la historia de nuestra Revolución, es por lo que nosotros creemos en los jóvenes […]”.1

1 Fidel Castro: “Discurso en la clausura del I Congreso de la AJR”, en Hoy, 5 de abril de 1962, p. 5 y en http:// www.cuba.cu/gobierno/discursos/

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