Olga Alonso González: “afirmarse en lo grande, y olvidarse, y enaltecerse, y vivir”*

Articulo Divulgativo

Por Astrid Barnet, Periodista.T

“[…] Arte es huir de lo mezquino, y afirmarse en lo grande,

y olvidarse, y enaltecerse, y vivir […]”.1

José Martí

Bien cabe con este adagio traer el recuerdo y el ejemplo de una joven que, no obstante su corta vida, dejó una extensa hoja artística de servicios al país y, en especial, a las jóvenes generaciones.

Con pleno fervor revolucionario desempeñó su labor Olga Alonso González, instructora de Arte y profesora de teatro, por quien el 18 de febrero,2 fecha de su natalicio, se celebra el Día del Instructor de Arte.

De procedencia obrera, tras el triunfo de Enero de 1959 se sumó de inmediato a las organizaciones de masas (CDR, FMC), además de militar en la Asociación de Jóvenes Rebeldes, e incorporarse a la primera Gran Zafra del Pueblo.

En 1960, Fidel hizo un llamado para que los jóvenes se incorporaran a la tarea de enseñar diversas manifestaciones artísticas en granjas y cooperativas a todo lo largo y ancho del país. La respuesta de Olga no se hizo esperar: en abril de 1961 ingresó en la Escuela Nacional de Instructores de Arte hasta titularse en la especialidad de

Teatro tres años después. Compañeros que conformaron el claustro de profesores y que la conocieron, expresaron en una ocasión: “A Olguita, al igual que sus excelentes condiciones como teatrista le acompañaban también sus exquisitas condiciones como intérprete de danza moderna y una gran pasión por la literatura”.

Así y como parte de su trabajo en la región de Fomento, provincia central de Villa Clara, Olga creó grupos de aficionados integrados por niños y adultos, y conformó campañas por el buen decir entre los campesinos de dicho lugar. Propició la creación de los Consejos Populares de Cultura; se integró como profesora en las aulas de seguimiento; desarrolló la formación de jóvenes monitores para extender las diversas ramas artísticas y fundó algunas bibliotecas dentro de su área de trabajo. En pocas palabras, llevó a cabo una tarea de infinito amor como profesional del arte formada por la Revolución.

En una ocasión al ser entrevistada por una colega, su mamá Olga González expresó: “Olguita desde chiquita siempre tuvo su vocación bien definida por el teatro. Me alegré cuando escogió la escuela de Instructores de Arte porque era lo que ella quería y cuando yo la veía haciendo con los muchachos las obritas, me decía a mí misma que quizás sería maestra; le gustaba mucho enseñar.

No era una muchacha cualquiera. Rebosaba ganas de vivir: dinámica, imaginativa, pícara, muy sensible, alegre y, a la vez, con un carácter asombrosamente maduro para su edad”.

Día triste el 4 de marzo de 1964, cuando el vehículo en el que se trasladaba hacia una granja campesina donde debía impartir clases, se volcó.

La joven instructora de 19 años falleció instantáneamente como consecuencia de este accidente.

Hoy, su imagen, ejemplo y entusiasmo juvenil constituye motivo esencial para la celebración este 18 de febrero el Día del Instructor de Arte, efeméride vinculada para siempre a la cultura cubana y, en especial, a la enseñanza artística.

Bien supo ella, no obstante su corta vida, practicar su arte martiano y, ante todo “[…] afirmarse en lo grande, y olvidarse, y enaltecerse, y vivir […]”.

* Tomado de Cubarte, 18 de febrero del 2021.

1 José Martí: “Pilar Belaval”, El Federalista, 5 de marzo de 1876, en Obras completas, t. 6, p. 421.

2 Nació ese día de 1945, en San Miguel del Padrón, La Habana. Murió en Fomento, Las Villas, el 4 de marzo de 1964.

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