Por María Caridad Pacheco González
Nacido el 15 de febrero de 1920 en La Larga —antigua provincia de Las Villas; hoy, Sancti Spíritus—, en el seno de una familia campesina, Faustino Pérez Hernández conoció de las labores más duras del campo.
Debido a su afán de estudiar y voluntad personal, comenzó la carrera de Medicina, que concluyó después de un sinnúmero de dificultades a la edad de 31 años. Participó en el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) y el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), lidereado por Fidel, cuya dirección nacional integró.
Era miembro activo del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo). Decide no sacar el título al terminar la carrera de Medicina, para que fuera firmado por el nuevo gobierno al servicio del pueblo, decisión que se prolongó durante toda la dictadura batistiana. En 1959, el ministro de Educación del Gobierno Revolucionario, Armando Hart Dávalos, se lo entregaría.
En 1952, ante el golpe de Estado de Batista y próximo al centenario del Apóstol, Faustino sintió la necesidad de ofrecer un “minúsculo homenaje personal” al Maestro, lo que consistió en seleccionar los pensamientos de Martí considerados de más incidencia ofensiva contra las tiranías, y que veneraban la libertad o invocaban la dignidad humana, y los hizo imprimir en un plegable que facilitara su lectura y distribución, dada la eventual represión policial que ello podía comportar.
Preparó y costeó con sus escasos recursos la edición del pequeño folleto; pero lo que más asombra de este singular gesto es la temeridad, pues lo firmó con su nombre.
En 1954, como miembro del MNR, escondía gran cantidad de dinamita y armas en el laboratorio de Centro Habana donde trabajaba, que serían destinadas a la lucha contra el tirano. Delatado y apresado, se declaró único culpable y conocedor de aquel arsenal en el juicio, por lo que fue condenado a tres años de prisión y amnistiado en 1955.
Tras la partida de Fidel, Raúl y otros compañeros hacia México, permaneció en Cuba en tareas de organización y recaudando fondos para la expedición, a la cual se integraría como miembro de su estado mayor.
Luego del combate de Alegría de Pío, fue uno de los dos expedicionarios que permanecieron junto a Fidel, hasta el reencuentro con el grupo de Raúl en Cinco Palmas. El 23 de diciembre de 1956 fue enviado a organizar, junto a Frank, el MR-26-7 en el llano y quedó como coordinador en La Habana. Asumió el traslado del periodista norteamericano Herbert Matthew a la Sierra Maestra y dirige el secuestro de Juan Manuel Fangio, entre otras riesgosas acciones. Se convirtió con el tiempo en líder natural de la lucha clandestina en la capital.
Tras el fracaso de la huelga de abril de 1958, participó en la reunión del alto de Mompié citada por Fidel para analizar las causas de aquel revés.
Dando muestra, una vez más, de su honestidad y firmeza revolucionaria, regresó a La Habana para entregar la dirección a otros compañeros y bajo las órdenes de Fidel, se reincorporó el 28 de junio de 1958 a la Sierra Maestra, donde dirigió la Administración Civil del territorio liberado.
Organizó y dirigió el Servicio Médico Rural en la Sierra Maestra. Finalizó la guerra con el grado de comandante.
Después del 1.o de Enero de 1959 se revelaron facetas sobresalientes de su destacada trayectoria como constructor de la nueva sociedad.
Al constituirse el Gobierno Revolucionario desempeñó el cargo de ministro de Recuperación de Bienes Malversados y, a finales de ese año, había logrado recuperar bienes por un valor de 400 millones de pesos. Participó en los combates contra la invasión mercenaria por Playa Girón y estuvo al frente de una zona de operaciones en la Lucha contra Bandidos en el Escambray.
En agosto de 1962 se le encomendó la tarea de organizar el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y bajo su dirección se construyeron decenas de presas y otras obras de este tipo.
También se desempeñó entre 1969 y 1973 como secretario del Comité Regional del Partido en Sancti Spíritus y como embajador de Cuba en Bulgaria de 1973 a 1976. Fue fundador y jefe de Sanidad Militar del Ejército del Centro.
Desde su constitución en octubre de 1965 fue miembro del Comité Central del PCC y diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular desde 1976. En 1977 fue nombrado jefe de la Oficina de Atención a los Órganos Locales del Poder Popular, adscrita al Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, responsabilidad que ocupó hasta 1989.
La capacidad para concentrarse en los problemas determinantes de carácter estratégico fueron cualidades manifestadas cotidianamente en su labor. Quienes trabajaron bajo su mando político afirman que tenía gran capacidad para organizar el trabajo propio y el de los demás; mostraba un constante espíritu de autoperfección y gran habilidad para involucrar a los demás en lo que era necesario hacer, pedía opiniones y criterios, colegiaba las decisiones.
Ante sus problemas de salud, ya operado del corazón, en 1989, pidió a Fidel dejar el Consejo de Ministros e ir a trabajar a la ciénaga de Zapata.
Decidió echar su última suerte trabajando por lograr el desarrollo integral de ese territorio en las esferas agroindustrial y forestal, socioeconómica y cultural, a pesar de las complejidades del periodo especial. Como en cada una de sus trincheras, una vez más predicó con el ejemplo, mostrando su espíritu altruista de consagración al pueblo y la Revolución. Allí le sorprendió la muerte el 24 de diciembre de 1992.Tenía una historia intachable como revolucionario. En frase elocuente, Pedro Miret Prieto lo caracterizó ante su tumba como “humilde y desafiante”, pues en Faustino Pérez se conjugaban armoniosamente la fibra del combatiente humilde y radical con el ser humano desafiante, valores que solo logran coronar quienes tienen un sentido concreto de lo humano como lo primero y más importante que debe defender un revolucionario.