Compañeros del Ejército Rebelde:
Esta tarde, este día de hoy, ha resultado doloroso y triste para todos nosotros. Este día la revolución ha tenido que saltar por encima de un obstáculo más. Esta tarde, no podíamos menos que recordar los días difíciles de la guerra, esa guerra, a la cual marchamos todos para ver una Patria libre, para ver la Patria nueva y para ver la Patria grande que soñó Martí. Esa Patria, por la cual los sacrificios fueron muchos. Esa Patria por la cual a diario seguimos haciendo sacrificios y por esa Patria que un día juramos libertad o muerte. Por esa Patria, sabemos que en el corazón de cada digno cubano, que viste el uniforme verde olivo de la revolución, están aún las palabras de libertad o muerte.
Hoy tuvimos que llegar hasta este campamento, no con la sonrisa en los labios, ni con el abrazo fraterno que siempre dispensaremos a los compañeros de este ejército.
Hoy, un dolor profundo, un dolor amargo, nos hizo llegar aquí con una seriedad poco acostumbrada en nosotros. Hace muchos días, hace meses, sabíamos que había un compañero que no era fiel a la revolución, un compañero que no era fiel a la Patria, un compañero que no era fiel al Ejército Rebelde. Ustedes oyeron esta tarde las palabras de Fidel Castro, palabras puras y honradas, que ningún cubano puede discutir. Sabíamos cuando Pedro Luis traicionó a la Revolución, que entre sus íntimos contaba, desgraciadamente, con Huber Matos. En aquella oportunidad, silenciamos ese contubernio porque pensamos que Huber Matos, equivocado en esa ruta, rectificaría. Pensamos que rectificaría cuando viera ese pueblo de Cuba, que en manifestaciones inmensas a todo lo largo de la República, salió a la calle para manifestar su apoyo a la Revolución y para manifestar su desprecio a los traidores. Después vino el caso del que fuera presidente… Urrutia. Hay una carta y mañana todos ustedes la verán por televisión, que son las pruebas irrefutables, irrebatibles, del contubernio que existía entre Pedro Luis, Urrutia y Huber Matos. Es triste ver como hombres que se enfrentaron abierta y valientemente a la muerte, en numerosas casos, ahora, en este momento histórico de la Patria, que estamos todos llamados a estar más unidos de lo que estábamos en la Sierra Maestra, haya hombres que flaquean, haya hombres débiles, haya hombres cobardes, haya hombres ambiciosos que olvidando los destinos de la Paria, que olvidando los sagrados deberes para con la Patria, se entreguen en brazos de las malas causas.