Una organización para desencadenar la insurrección

Articulo Divulgativo

por Pedro Antonio García

Durante sus 22 meses de cárcel —19 de los cua­les transcurrieron en el Presidio Modelo de Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud)—, Fidel deli­neó la estrategia revolucionaria a seguir frente a la tiranía batistiana, consistente en vertebrar un movimiento independiente y ajeno a los politi­queros corrompidos y proimperialistas, y desen­cadenar la insurrección popular como la forma más alta de la lucha de masas.

Bien sabía el jefe de los moncadistas que la dictadura militar no permitiría una oposición política pacífica, por lo que era necesario estruc­turar una organización clandestina, al estilo de la Joven Cuba de Antonio Guiteras, y encauzar al pueblo por la vía de la lucha armada, una vez convencidas las masas de que para resolver los problemas que aquejaban a Cuba la única solu­ción era la del 68 y el 95.

El entonces joven abogado de 28 años concebía el nuevo movimiento con un carácter unitario, no solo incluiría a los veteranos de los asaltos a los cuarteles Moncada y Céspedes, quienes serían el núcleo inicial, sino a todos los que se habían dis­tinguido en el enfrentamiento al batistato, inde­pendiente de su afiliación política anterior.

Lógicamente, aparte de sus compañeros de las acciones del 26 de julio, Fidel orientó captar a miembros valiosos de la Juventud Ortodoxa. Re­iteró más de una vez la urgente necesidad de re­clutar “cien mil jóvenes, cien mil mujeres, cien mil trabajadores”. Sus relaciones con el Frente Cívico de Mujeres Martianas se fortalecieron y muchas de ellas ostentaron una doble militancia pues también respondían al nuevo movimiento que se creaba.

De las organizaciones pertenecientes al deno­minado sector insurreccional, solo Acción Na­cional Revolucionaria, de Frank País, mantenía su vigencia y combatividad. Acción Libertadora prácticamente había desaparecido, solo en la re­gión oriental se hacían sentir. La Triple A sobre­vivía gracias a algunos elementos de base que muchas veces actuaban por propia iniciativa. Lo mismo pasaba con el Movimiento Nacional Re­volucionario (MNR) de Rafael García Bárcenas.

Fidel sostuvo un encuentro con Bárcenas y pronto afloraron las contradicciones: este abo­gaba por una conspiración militar; el jefe de los moncadistas por una insurrección popular ar­mada que derrocara la tiranía. El joven aboga­do quiso evitar una ruptura total con su antiguo profesor y le propuso: “Usted, por ejemplo, pue­de trabajar en ese sentido y organizar los mili­tares que quieran luchar contra el régimen. Y entonces, yo voy a organizar a las fuerzas popu­lares, al pueblo. En un momento dado, podemos unir ambos factores”.

Al terminar la reunión, ya fuera de la casa de Bárcenas, jóvenes cuadros del MNR, liderados por Armando Hart y Faustino Pérez, abordaron a Fidel y solicitaron su ingreso a la nueva organi­zación, pues coincidían plenamente con su línea. Esa incorporación marcaría uno de los momentos cruciales en la historia de la fundación del nuevo movimiento.

El domingo 12 de junio de 1955, un grupo de compañeros se reunió con Fidel en una vivienda de la calle Factoría no. 62, en el hoy municipio de La Habana Vieja, para elegir la dirección nacio­nal del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), denominación que adoptaría a partir de esta fecha por acuerdo de los presentes.

El jefe de los moncadistas asumía el mando su­perior de la organización y partiría hacia el extran­jero a preparar una expedición que reiniciaría en las montañas orientales la insurrección armada contra la tiranía. Jesús Montané organizaría el fren­te de propaganda y, una vez creado el aparato de impresión, marcharía junto a Fidel para auxiliarlo en la conformación de un contingente armado.

Pedro Miret sería el responsable bélico, mien­tras Ñico López y Pepe Suárez quedaban a cargo del frente juvenil; Faustino Pérez, de las finanzas; y Luis Bonito, del obrero. Integraban además la dirección nacional, Haydée Santamaría, Melba Hernández, Armando Hart y Pedro Celestino Aguilera. Sería una dirección colectiva, con un frente interno (Cuba) y uno externo (el exilio).

Pocos días más tarde de esta reunión trascen­dental, en casa de los padres de Melba Hernández (Jovellar no. 107), se produjo otro de los momen­tos cruciales de la historia del M-26-7: Fidel se en­trevistó con María Antonia Figueroa, a quien le dio la encomienda, junto con Léster Rodríguez, de organizar el Movimiento en Oriente. Figue­roa le habló de Frank País y de la organización insurreccional que lidereaba. El jefe de los monca­distas le explicó a ella lo que significaba la capta­ción de esos valiosos jóvenes, que desempeñarían luego un papel importantísimo tanto en la lucha clandestina como en la guerrilla rebelde.

Casi al terminar el encuentro con María Anto­nia, Fidel le comentó algo sobre una muchacha de Manzanillo, llamada Celia Sánchez, con la que deseaba contactar. “Yo la conozco, inclusi­ve está ahora en La Habana”, dijo Figueroa. Pe­dro Miret y ella fueron en busca de Celia al hotel donde se hospedaba, pero ya había regresado a Pilón. Sería el manzanillero Manolo Echeverría quien días después cumpliría el encargo de Fidel e incorporaría al MR-26-7 a la que luego deven­dría Heroína de la sierra y el llano.

El acoso a los revolucionarios se acrecentaba cada día. El 6 de junio se clausuró el programa radial, en el cual iba a hablar Fidel. Tres días des­pués, su espacio semanal en el Canal 11 sufría igual suerte. El 13 de junio, una resolución gubernamental prohibía su participación en cualquier tipo de programación radial o televisiva. Y el 16 de junio, otra resolución gu­bernamental clausuraba al periódico La Ca­lle, que no volvería a publicarse hasta el triunfo de la Revolución.

Tal como Fidel había previsto, el batistato no permitió una oposición política pacífica. El pue­blo comprendió que por la vía electoral nada se podía lograr, pues el régimen repetiría el escan­daloso fraude de los comicios de 1954 donde hasta los muertos votaron por el sátrapa para presidente. No quedaba otra opción: la lucha ar­mada.

* Tomado de revista Bohemia, 12 de junio del 2025.

** Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021.

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