ACERCAMIENTO A LA DIMENSIÓN CULTURAL DE LA REVOLUCIÓN CUBANA

Articulo Divulgativo

Por Jorgelina Guzmán Moré

EL HISTORIADOR: REVISTA CUBANA DE HISTORIA Publicación científica y divulgativa

PUBLICACIÓN CUATRIMESTRAL DE LA UNIÓN DE HISTORIADORES DE CUBA

AÑO 10 – NO. 25 – ENERO – ABRIL – 2024 – TERCERA ÉPOCA

La política cultural socialista es insuficiente si solo se limita

a la atención a las instituciones y actividades culturales,

pues debe compulsar la creación y generalización de una nueva cultura

enfrentando el reto de no reproducir las relaciones, ideas, instituciones

y estructuras culturales de la cultura a la que se opone.1

Pretender abarcar la dimensión cultural durante los años de Revolución en un pequeño artículo es casi una utopía. Se trata de un complejo, contradictorio y vasto proceso, vivo hasta nuestros días. No ha estado exento de desgarradores momentos de estancamiento o retroceso; pero su tendencia general ha seguido un progresivo ascenso, a pesar de constantes contratiempos multicausales.

Es bueno recordar que la evolución de la cultura cubana se advierte desde que esta era criolla y que, el proceso aludido no surgió con la Revolución en el poder, sino desde mucho antes. Uno de los rasgos esenciales del proceso cultural cubano en el periodo revolucionario está en el propósito del acceso ma­sivo de la población a las prácticas y servicios culturales, que se fue abriendo paso desde las primeras zonas liberadas en las montañas.

La dirección del Ejército Rebelde prestó gran atención a la organización no solo económica, política y social, sino además cultural de esas localidades. Fue por eso que en el Primer Frente nacieron el periódico El Cubano Libre, Radio Rebelde y un Reglamento de Educación para el Territorio Libre, que orientó cuatro tipos de enseñanza. De igual modo, en el Segundo Frente, la Orden Militar no. 50 procla­mó la Ley organizativa del Departamento de Educación que orientaba crear un sistema de escuelas rurales y urbanas para niños y adultos civiles. Además, se creó la Dirección de Cultura del Ejército Rebelde, que estuvo dirigida por Camilo Cienfuegos Gorriarán.

Después del triunfo de enero de 1959 se ha creado una obra inconmensurable en esta esfera. Muchos han intentado minimizarla y desacreditarla, tanto dentro como fuera de Cuba; pero lo que no han podido ni pueden hacer es negarla. Ahí está, exitosa, viva y bien visible por doquier, también dentro y fuera de la Isla.

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