Ramón Reigosa Lorenzo el niño del Tranque, el pueblito perdido de Yaguajay, se convirtió en profesor de excelencia, Doctor en Ciencias Pedagógicas de los que sabe de verdad, Profesor Titular de los que se meten en un aula humilde, Jefe del Departamento de Historia y ML consecuente siempre con su verdad y durante 15 años Presidente de la Unhic a la que llevó a un plano superior.
En 1981, con 17 años comenzó su labor como profesor de Historia, construyendo desde entonces un currículo amplísimo, por el que ha recibido muchos reconocimientos como la Orden Frank País de Primer y Segundo Grado.
Reigosa es un académico distinguido, pero es un mejor maestro; es un investigador extraordinario, pero más grande como aprendiz; es un dirigente total, pero más una persona humilde; es un Doctor lleno de galones, pero más un hombre sin tacha; es un profesor titular brillante, pero más quien sigue al aula menos afortunada y, por demás, es un trabajador incansable, leal y ejemplar.
Es respetuoso hasta la médula, sin importar rangos; considerado de todas las maneras posibles, sin importar personas; empático como nadie sin importar condiciones y riesgos; defensor de sus trabajadores y proyectos, aunque ello le creara problemas, dialéctico en su pensamiento medular, desde una praxis consecuente y una adaptabilidad justificada pero nunca oportunista; revolucionario sin tacha, pero sin tener que asumir paradigmas extraños e impostados.
Es un maestro de la cortesía, un soberano de la discreción, un especialista en el arte de convencer y argumentar, y un conciliador de posiciones en aras de avanzar, y por demás el tipo más honesto que conozco.
Pero sobre todas las cosas Reigosa es una persona digna, íntegra, decente y buena.
