Mariana Grajales Cuello: símbolo imperecedero de rebeldía

Articulos Cientificos

Por Damasris A. Torres Elers**

Mariana Grajales Cuello, reconocida como la madre de todos los cubanos o la madre de la Patria, dio un ejemplo a todas las que la rodeaban y seguían, fue un fuerte estímulo para sus hijos y para todos los combatientes; supo crecerse ante las dificultades y prejuicios de su época para erguirse como símbolo imperecedero de rebeldía y consagración femenina a la causa revolucionaria en la lucha anticolonial del siglo XIX, labor que hubiera pasado inadvertida de no haber sido la progenitora de los Maceo, como ha sucedido por la apreciación sexista de la historia, sin que se hurgue profundamente en su vida y accionar político.

Una de las cuestiones más controvertidas en la biografía de Mariana Grajales ha sido su fecha de nacimiento y nacionalidad. Algunos autores la refieren nacida el 26 de junio de 1808, fruto del matrimonio de los dominicanos José Grajales Matos y Teresa Cuello Zayas. Al parecer hubo una lamentable confusión entre los investigadores del tema quienes tomando como referencia la edad de 85 años apreciada o equivocadamente trasmitida a José Martí calcularon su nacimiento en ese año; pero el investigador Joel Mourlot Mercaderes demostró que nació en Santiago de Cuba hace 210 años, el 12 de julio de 1815, de padre y abuelos paternos dominicanos, mientras su madre y abuelos maternos eran santiagueros, según consta en su partida bautismal, atesorada en la iglesia de Santo Tomás Apóstol. 

De su vida familiar puede decirse que se casó por primera vez el 21 de marzo de 1831, a los 16 años con Fructuoso de los Santos Regüeiferos Hechavarría, quien falleció el 5 de mayo de 1839. El hallazgo de la partida bautismal de Justo Germán Grajales, nacido el 28 de mayo de 1843, donde consta que era hijo natural de Mariana, indica que no fue fruto de su primer matrimonio.

Con posterioridad se unió al también santiaguero Marcos Maceo, con quien contrajo nupcias el 6 de julio de 1851, en la iglesia de San Nicolás de Morón, después de varios años de convivencia; de esta unión nacieron diez hijos. Joel Mourlot y Manuel Fernández Carcassés demostraron la existencia de María Dolores Maceo Grajales, nacida el 22 de julio de 1862 y fallecida 15 días después, con lo cual se concluye que fueron 14 y no 13 los hijos traídos al mundo por la heroína.

La ausencia de instrucción no impidió que, junto a su esposo, Marcos Maceo, propiciara a su numerosa prole una educación, sustentada en sólidos principios éticos para legar a la historia una pléyade de leonas y leones, que se destacaron por su patriotismo, disciplina y lealtad incondicional a la causa libertaria. Ninguno de sus hijos vaciló ante el enemigo, ninguno fue traidor.

Mariana compartió con los hombres de la familia sus actividades conspirativas y, poco después de la clarinada del 10 de octubre, en gesto sublime, hizo a sus hijos jurar ante Cristo: “Libertar la Patria ó morir por ella”. Junto a ellos partió a la manigua redentora para participar activamente en la misión de curar heridos y enfermos sustituyendo el confort de su casa en Majaguabo por la vida, expuesta al frío, la desnudez, la lluvia, el embate de no pocos huracanes y otros eventos climatológicos en Piloto, las intrincadas montañas de Guantánamo, otras zonas del oriente cubano y parte de Camagüey, donde instalaba hospitales de sangre muy cerca del escenario bélico para poder actuar en el momento oportuno.

Su hogar al decir del patriota Fernando Figueredo “[…] era el hospital de la patria…”.

Como parte de la llamada “impedimenta”, Mariana estuvo muy cerca de sus hijos durante la invasión a Guantánamo entre 1871 y 1872, periodo en que pudo intercambiar con numerosos patriotas y sus familiares también alzados, como Máximo Gómez y su esposa Bernarda Toro. La Doctora Nydia Sarabia, en su obra, señala que en noviembre de 1871 se encontraba en la serranía de Sagua-Baracoa y en el Abra de Mariana, cerca de Puriales de Caujerí.

En estas circunstancias enfrentó la caída de varios seres queridos. El primero fue Justo, fusilado en noviembre de 1868; en abril de 1869, el compañero de vida e ideales fue herido gravemente en la acción de San Agustín de Aguarás y murió meses más tarde; se cuenta que antes de morir expresó “he cumplido con Mariana”.

Con posterioridad cayeron el 12 de diciembre de 1870 Julio, de 16 años en el combate de Nuevo Mundo; en abril de 1874, Miguel, como resultado de las heridas recibidas en la toma del fuerte de Cascorro; y Fermín, en fecha no precisada.

Lejos de amilanarse, creció en toda su estatura moral para ocupar la dirección de la familia y estimular a los más pequeños a crecerse y tomar el puesto del hermano, pues “un hijo debe sustituir a otro”.

la familia del general Antonio en Piloto, evidencia el impacto provocado por la Paz del Zanjón, sin independencia ni libertad para los esclavos:

“Fue una de esas noches tristes para mí metido entre todas aquellas mujeres tan patriotas […] Allí no se durmió esa noche, la pasamos, en tristes comentarios […]”.

La mayoría de los escritores sobre la familia Maceo Grajales, entre ellos José Luciano Franco y Nydia Sarabia, consideran que Mariana llegó a Jamaica junto a su nuera María Cabrales y el doctor Félix Figueredo el 11 de mayo de 1878, según lo dispuesto por Antonio; sin embargo, hay evidencias de que la patriota permaneció en Santiago de Cuba por lo menos hasta finales de 1878 reclamando las propiedades embargadas por las autoridades españolas y la protección del patrimonio familiar. Como resultado de sus gestiones recuperó la casa de Providencia no. 16; el 31 de julio, desde Nueva York, Antonio le confirió poder para que “Administre, beneficie rija y gobierne todos sus bienes de cualquier clase y naturaleza […] para todos los pleitos, causas y negocios”. Asimismo, el 24 de octubre se presentó ante don Orestes Ferro y Domingo, en la notaría de don Luis Filomeno Giró, y otorgó un poder generalísimo a su hijo José para que la representara en los asuntos oficiales y cuidara de los bienes de la familia. También estuvo presente en los bautizos de varios de sus nietos y en el matrimonio de su hija Dominga con Manuel Romero.

La situación imperante en Cuba la llevó a Kingston, Jamaica, durante la Tregua Fecunda, allí recibió la noticia de la prisión de sus hijos Felipe, José y Rafael, conducidos a cárceles españolas por su activa participación en la Guerra Chiquita; contra ellos se ensañó el odio colonial hacia la heroica estirpe. Allí, lejos de su tierra y los suyos, murió Rafael. Sin embargo, Mariana no se amilanó, a pesar de sus años, las vicisitudes de la pobreza y la constante vigilancia española, tuvo fuerzas para estimular y acariciar a quienes le hablaban de la Patria. Allí la conoció José Martí el 12 de octubre de 1892 y plasmó luego en su obra todo lo grande y noble que sintió hacia esta heroína.

El 27 de noviembre de 1893, se apagó su vida sin haber logrado su más ansiado anhelo: la independencia de Cuba. Su muerte conmocionó a la emigración cubana y motivó no pocas expresiones de consternación por la sensible pérdida, entre ellas, la del general santiaguero José María Rodríguez quien consideró que: “Pocas matronas producirá Cuba de tanto mérito y ninguna de más virtudes”, José Martí escribió en su artículo “La Madre de los Maceo”: “¿Que había en esa mujer, qué epopeya y misterio había en esa humilde mujer, que santidad y unción hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida, que cuando se escribe de ella es como de la raíz del alma?”. De la influencia materna en su formación patriótica, Antonio Maceo escribió al más ilustre de los cubanos: “Ella, la madre que acabo de perder, me honra con su memoria de virtuosa matrona, confirma y aumenta mi deber de combatir por el ideal que era el altar de su consagración divina en este mundo […] A ella, pues, debo la consagración de este momento”.

Casi treinta años después, sus restos fueron trasladados a su ciudad natal en el guardacostas Baire y en multitudinaria manifestación popular fue inhumada en el cementerio de Santa Ifigenia. Hoy descansan muy cerca de tres personalidades cimeras de la revolución:

Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, Nuestro Héroe Nacional; José Martí que la llamó “Madre”; y el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, que estimó mucho su “ejemplo de patriota cubana” y en su honor bautizó con su nombre el aguerrido pelotón femenino surgido en 1958 en la Sierra Maestra.

Esta insigne santiaguera se multiplicó en los numerosos clubes formados en la emigración y luego bajo la égida de José Martí y el Partido Revolucionario Cubano, en las que se desempeñaron como agentes, enfermeras y soldados de fila durante la guerra del 95; las que con posterioridad lucharon por el voto y otras reivindicaciones para la mujer en la República o combatieron el machadato; las que en la última etapa libertaria lucharon contra la tiranía de Fulgencio Batista; en sus descendientes, que fieles a su legado han sido consecuentes con sus principios y su tiempo.

** Dra. C. Profesora titular de la Universidad de Oriente.

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