Por René González Barrios*
En su discurso del 21 de octubre de 1959, a raíz de la traición de Huber Matos, Camilo Cienfuegos exhortaba a continuar adelante la obra de una naciente Revolución, a defenderla hasta la última gota de sangre y hasta el último hombre sincero dispuesto a forjar un nuevo país; a modelarlo y fundarlo (de una vez por todas), en los principios martianos que guiaban al joven líder Fidel Castro a imponerse contra las agresiones internas y externas; llamaba a trasladar las miradas del mundo entero hacia una Isla caribeña cuyo pueblo, tras disímiles frustraciones acontecidas durante un pasado seudorrepublicano, proclamaba el nacimiento de una Revolución verdadera capaz de estremecer conciencias y anhelos independentistas y soberanos en los cuatros puntos cardinales. Era Camilo Cienfuegos Gorriarán: para siempre en la memoria histórica y en el corazón de todos los cubanos.
En la grabación, rescatada por el Instituto de Historia de Cuba, se analiza la postura de Camilo ante la traición de Huber Matos, al igual que lo referido a una situación que se manipula con mucha fuerza por parte de los enemigos de la Revolución, tratando de imponerse en los medios de comunicación acerca de que la muerte de este revolucionario fue preparada por la alta dirigencia de la Revolución Cubana dirigida por Fidel y Raúl.