CUBA NO DEBE SU INDEPENDENCIA A ESTADOS UNIDOS: UNA TESIS NECESARIA

Articulos Cientificos

Por Francisca López Civeira

En 1950 salió a la luz el libro Cuba no debe su inde­pendencia a los Estados Unidos, escrito por Emilio Roig de Leuchsenring y publicado por la Socie­dad Cubana de Estudios Históricos e Interna­cionales, cumpliendo un mandato del noveno Congreso Nacional de Historia, donde se había discutido este asunto.

En la Nota Preliminar a la primera edición se aclara la necesidad de esa publicación, por cuanto:

[…] en la tergiversación de la verdad histó­rica sobre la lucha cubana de cerca de dos siglos por lograr la democracia, libertad, jus­ticia, cultura y civilización, y especialmente acerca de nuestra Gran Guerra Libertaria de los Treinta Años, se encuentra la causa de nuestro derrotismo republicano, de fatales proyecciones para la estabilidad y engran­decimiento de la propia República.1

La propia nota explicaba que, en los Congre­sos Nacionales de Historia, se había planteado el propósito de estimular el estudio y difusión de la historia nacional más allá del círculo de especialistas, para que llegara al pueblo como forma de reafirmar los valores de la nacionali­dad cubana y estimular el “sano patriotismo”. El problema de mayor preocupación radicaba, según afirmaba dicha nota, en que “malvada­mente o con inconsciencia se ha hecho creer al cubano que es un pueblo tan infeliz, incapaz y desgraciado, que ni siquiera pudo romper por su propio esfuerzo el yugo que lo esclavizaba a España y alcanzar su independencia”, por lo que necesitó que otra nación (Estados Unidos) viniera a liberarlo. Esto llevaba a la idea de im­potencia congénita. Por ello, se consideró ne­cesario publicar “estas verdades históricas” en amplia tirada para el pueblo cubano.

La obra que comentamos, a 65 años de su salida, tiene un propósito bien claro y explícito, por lo que su lenguaje y modo de exposición está en corres­pondencia con ello. Sin duda, un historiador de hoy puede encontrar aspectos de la exposición general con los que disiente al calor de los estudios históri­cos más contemporáneos pues, como suele ocurrir, el conocimiento se construye desde cada época, con los instrumentos y perspectivas que le son contem­poráneos, con lo que se alcanzan nuevas precisio­nes y visiones; pero todos tendríamos que concor­dar en que su tesis fundamental conserva toda su validez y utilidad para el pueblo cubano.

El autor, de acuerdo con los planteamientos de los Congresos Nacionales de Historia, expresa la preocupación por la manera en que se enseñaba la Histo­ria de Cuba, aunque también el problema estaba en el uso que se le daba desde el discurso político. En este sentido, puede verse la reiteración acerca de la gratitud que Cuba debía al país del Nor­te por su independencia, así como la manera en que se presentaba la relación histórica entre am­bos países.

El 28 de enero de 1946, el primer ministro del gobierno que presidía Ramón Grau San Martín y futuro presidente, Carlos Prío Socarrás, pro­nunció un discurso de homenaje a Martí en el Senado, en el cual dijo que el Maestro había co­nocido Estados Unidos cuando el capital finan­ciero daba sus primeros pasos “en la hermana República” y “[…] confió la suerte y el destino de nuestras naciones a la alianza permanente con el noble pueblo norteamericano, confiado en que las orientaciones futuras de la gran Nación estarían imbuidas del espíritu de Lincoln […]”. Después de una manipulación tan evidente hoy, afirmó que ningún latinoamericano conoció tan­to a Estados Unidos como él.2

En las normas para la enseñanza de la Historia de Cuba de ese periodo, se puede encontrar un discurso intencionado, como la Circular 133 de 1944, que contenía el Plan y cursos para escue­las primarias en lo relativo a Historia de Cuba, emitida por la Junta de Superintendentes de Es­cuelas de la República de Cuba. Aquí se plan­tea para el cuarto grado, en la Meta Octava, el tema guerra hispano-americana, donde se plan­tea como “esenciales”: La ayuda de un pueblo amigo: el mensaje a García y la llegada de los americanos. Lucha entre valientes; además, en la Meta Novena referida a la República, se expone en “esenciales”: Cómo se reconoció la libertad de Cuba. El Tratado de París y el Gobierno Inter­ventor. Realización del ideal: la República. Para el sexto grado, los esenciales de la Meta Nove­na eran: La colaboración cubano-americana en la guerra. Y en la República se volvía a plantear Realización del ideal: La República.3

Los ejemplos señalados evidencian la manera en que se hacía uso de la historia de Cuba y sus héroes más paradigmáticos dentro del sistema de dependencia neocolonial, lo cual explica el interés de los Congresos Nacionales de Historia en tratar de llevar al pueblo una visión diferen­te, en este caso de las relaciones con Estados Uni­dos a lo largo de nuestro devenir como nación. A partir de estos presupuestos, se puede entender el tono y el discurso del libro de Roig de Leuchsen­ring que aquí comentamos.

La primera parte de esta obra se titula, intencio­nalmente por supuesto, “Por su propio esfuerzo conquistó el pueblo cubano su independencia”. En esta sección, el autor hace un repaso del pro­ceso histórico cubano, con énfasis en las guerras independentistas, la participación popular y su capacidad de lucha frente al dominio español, en lo cual utiliza testimonios de figuras relevantes es­pañolas que reconocían la pujanza de las tropas cu­banas, así como el costo para el poder español de la guerra, iniciada en 1895 y que a principios de 1898 ya resultaba casi insostenible para la Corona, en lo que también acude a los criterios de los mandos ibéricos. En esta situación, Roig expone las manio­bras hispanas de última hora y el reconocimiento por algunas de sus figuras de la pérdida de Cuba, de hecho, al finalizar el año 1897 y comenzar el siguiente. A continuación, repasa los pasos que dio Estados Unidos para intervenir en la guerra desde el mensaje del presidente McKinley del 11 de abril de 1898, destacando la participación decisiva del Ejército Libertador en apoyo del ejército norteame­ricano para derrotar al cuerpo español, lo que fue reconocido por algunos de los jefes militares esta­dounidenses.

La segunda parte del texto se denomina “El Estado norteamericano fue siempre enemigo de la independencia de Cuba”; en ella Roig hace una síntesis de otros libros de su propia autoría, basada en fuentes documentales, fundamental­mente norteamericanas, para demostrar la tesis que adelanta en el título.

Desde 1805, con palabras del presidente Tho­mas Jefferson, se inicia la exposición del tem­prano interés de aquel país por Cuba, pasando después por el enunciado de la “política de fruta madura”, los intentos anexionistas de mediados del siglo xix hasta llegar a la actitud oficial frente a los empeños cubanos por su independencia, de indiferencia o de oposición, de acuerdo con las circunstancias, con especial énfasis en los perio­dos de guerra.

Roig hizo un destaque especial de la actitud y opiniones de José Martí sobre Estados Unidos y sus intereses respecto a Cuba, por lo que dejó un “legado precioso” para la Revolución y la Re­pública. El autor también se detiene de manera particular en la guerra de 1895 y la actitud del poder estadounidense en correspondencia con la marcha de la contienda, así como la política que siguió McKinley a partir de su toma de posesión en 1897, en lo cual vuelve a hacer uso de la docu­mentación de aquella procedencia, en especial, en lo referido a la Resolución Conjunta del Con­greso norteño de abril de 1898 y los intereses que se movieron detrás de ella. El libro termina con la siguiente afirmación: “De­mostrado queda, absoluta y totalmente, que el Estado nor­teamericano fue siempre enemi­go de la independencia de Cuba”.

Independientemente de que las investigacio­nes acerca de estos temas, realizadas después de aquel 1950, hayan arrojado más luz sobre ese acontecer, el libro de Emilio Roig de Leuchsen-ring, publicado 65 años atrás, fue un aporte necesario para el conocimiento de la historia de Cuba, en particular de las relaciones conflictivas con Estados Unidos desde su génesis. Este es­fuerzo sigue siendo útil y necesario.

* Dra. C. Profesora de la Universidad de La Habana y Premio Nacional de Historia.

** Tomado de Trabajadores, 9 marzo del 2015. Vale puntua­lizar que hace 74 de la publicación del libro de Roig.

1 Emilio Roig de Leuchsenring: Cuba no debe su independen­cia a los Estados Unidos, Ediciones La Tertulia, La Habana, 1961, s. p. (Todas las citas tomadas de este libro corresponden a la misma edición).

2 Carlos Prío Socarrás: Martí (Arquetipo de lo cubano), Pu­blicaciones oficiales del Senado, Editora Publicitas, La Habana, 28 de enero de 1946, pp. 30-31.

3 Documentos reproducidos por José Rodríguez Ben: La enseñanza oficial de la Historia de Cuba (1842-1958) contex­tos, contenido y métodos de enseñanza. (inédito)

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