por María Caridad Pacheco
Roberto Fernández Retamar merece nuestro perenne recuerdo por la dedicación que, como escritor y cuadro de la Revolución, mantuvo al frente de la Casa de las Américas; pero a ello habría que añadir una obra vasta y de gran valía como poeta y ensayista, que lo hizo merecedor del Premio Nacional de Literatura en 1989.
Un breve repaso por sus indagaciones en la obra del nuestro Héroe Nacional manifiesta la relevante trayectoria martiana de quien fue el primer director del Centro de Estudios Martianos. Entre sus trascendentes estudios podemos citar Introducción a Martí y la edición crítica de La Edad de Oro. La defensa de la posición del Apóstol dentro del Modernismo, su antimperialismo, la relación entre su imaginación revolucionaria y su creación literaria, su quehacer en Estados Unidos o su significación en el panorama continental y mundial han sido algunos de los aspectos de sus revalorizaciones más notables acerca de la obra del más universal de los cubanos.
En la importante obra del insigne escritor cubano tiene una significativa presencia el ensayo histórico sobre Cuba y América Latina, en este género vale destacar Ensayo de otro mundo (1967), Modernismo, noventa y ocho, subdesarrollo (1970) y su saga de Calibán, comenzada con el famoso ensayo de 1971, en el cual toma ante aquel mito la posición anticolonial, y hace pensar en la relación entre poesía, crítica literaria y política, tomando en consideración la extrema diversidad cultural que ha sido avasallada por el colonialismo capitalista en un mundo que encuentra su sentido y su unidad en los empeños emancipadores.
Fernández Retamar fue un soldado de la Revolución y una figura fundamental de la cultura cubana y nuestramericana, y, como tal, permanecerá enhiesto, militante, en la memoria del pueblo.
PATRIA
Ahora lo sé: no eres la noche: eres
Una severa y diurna certidumbre.
Eres la indignación, eres la cólera
Que nos levantan frente al enemigo.
Eres la lengua para comprendernos
Muchos hombres crecidos a tu luz.
Eres la tierra verdadera, el aire
Que siempre quiere el pecho respirar.
Eres la vida que ayer fue la promesa
De los muertos hundidos en tu entraña.
Eres el sitio del amor profundo,
De la alegría y del coraje y de
La espera necesaria de la muerte.
Eres la forma de nuestra existencia,
Eres la piedra en que nos afirmamos,
Eres la hermosa, eres la inmensa caja
Donde irán a romperse nuestros huesos
Para que siga haciéndose tu rostro.
** Dra. C y vicepresidenta de la Unhic.
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