Por Jesús Dueñas Becerra
En el 55 aniversario del vil asesinato de que fuera víctima el comandante Ernesto Guevara de la Serna (1928-1967) en la selva boliviana, he decidido evocar su vida y obra, a través de una entrevista a los escritores y periodistas Adys Cupull y Froilán González, quienes han sido distinguidos con varios reconocimientos, tanto en Cuba como en el exterior, entre ellos, el Premio de la Crítica, otorgado por la Academia de Ciencias de Cuba (ACC) y el Instituto Cubano del Libro (ICL).
¿Cuáles fueron los factores cognitivo-afectivos que propiciaron la búsqueda de datos fidedignos acerca de la niñez y adolescencia, etapas cruciales de la carismática personalidad del comandante Ernesto Guevara de la Serna, así como la de los combatientes bolivianos que cayeron en la selva del hermano país andino?
Adys Cupull (AC). El desconocimiento sobre el origen de aquellos jóvenes que participaron junto al comandante Ernesto Guevara de la Serna en la guerrilla en Bolivia en 1966-1967, nos indicó el camino que debíamos seguir en la búsqueda de la verdad histórica.
Fue en la década del ochenta del pasado siglo, cuando realizamos la investigación sobre esos hechos y sentimos la necesidad intelectual y espiritual de conocer más sobre esas vidas, que dejaron de ser distantes, porque los testimonios, fuentes primarias y documentos encontrados en el hoy Estado Plurinacional de Bolivia los describían de tal manera, que muchas veces nos parecían hijos, ya que murieron muy jóvenes.
No sabíamos casi nada del origen, formación, costumbres, familia, entorno social, donde se desarrolló cada uno de ellos. Coincidíamos en la necesidad de acercarnos a los lugares donde habían nacido, residieron, estudiaron y trabajaron los guerrilleros bolivianos. Lo hicimos y así conocimos a sus familiares, quienes narraron parte importante de sus existencias. Posteriormente, continuamos con la indagación sobre los insulares. Y no podía faltar hurgar en la vida del entrañable combatiente argentino-cubano, paradigma de los pioneros cubanos, quienes expresan en su lema “Seremos como el Che”.
De su heroísmo y virtudes como hombre, nos faltaba la génesis. No podíamos responder nuestras propias interrogantes. Ello fue un acicate para buscar nuevas informaciones familiares que argumentaran acerca de su niñez, adolescencia y juventud. El libro Mi hijo el Che, de don Ernesto Guevara padre, nos ayudó a fundamentar cómo se forjó la ejemplaridad que lo caracterizó y a encontrar otros testimonios inéditos de la familia, que ofrecieron una visión casi total, sobre esa parte esencial de la formación que recibe todo hombre, y en la que destacaron procedimientos, hábitos, ética, virtudes, que desarrollaron su conciencia y sentimientos. Nos entregaron documentos, fotografías y hasta una placa de Villa Chichita, una de las casas donde residió la familia en la ciudad argentina de Alta Gracia, que se encuentra en el Museo Memorial de Santa Clara.
Y fueron los pioneros cubanos quienes titularon la primera edición ampliada de esa investigación, publicada en 1989. Ernestito vivo y presente tuvo más de una edición y sirvió de fuente principal para escribir el volumen Con la mirada al sur.
Froilán González (FG). Pienso que nuestra búsqueda es el resultado del desconocimiento, la ignorancia, acompañado del espíritu de indagar y conocer. Cuando comenzamos a investigar sobre el Che y sus compañeros teníamos más o menos los conocimientos generales de cualquier cubano de la época. No estaba en nuestros planes o proyectos escribir sobre el Che y sus compañeros. Nuestros intereses se centraban en José Martí y Julio Antonio Mella. Entre 1974 y 1980 trabajamos como diplomáticos en México y allá investigamos sobre el paso y la presencia de esos dos grandes cubanos en el hermano país. A ellos, queríamos dedicarnos y continuar estudiando sus raíces.
Más adelante, entre 1983 y 1987 me desempeñé como cónsul general de Cuba en Bolivia y comenzamos las pesquisas que dieron origen a la edición ilustrada del Diario del Che en Bolivia y, especialmente, a dos libros publicados en varios países: De Ñacahuasú a La Higuera y La CIA contra el Che. Este último recibió el Premio de la Crítica 1992, conferido por la ACC. Sobre la personalidad guevariana hemos escrito y publicado 18 libros (incluido El asesinato del Che en Bolivia).
Mientras pesquisábamos, reflexionábamos acerca de la consigna de los pioneros cubanos —“Seremos como el Che”— y nos preguntábamos: ¿cuál Che?, ¿el guerrillero, el médico, el estadista, el escritor, el periodista…? En viajes a la República Argentina, y en conversaciones con Celia, Roberto, Ana María y Juan Martín, hermanos del Héroe de Santa Clara, fuimos reconstruyendo su vida.
Con ellos, recorrimos Rosario, Córdoba, Alta Gracia, Misiones, Buenos Aires; en fin, donde nació, vivió, estudió. Todos los lugares vinculados al legendario Comandante de América. Preguntamos sobre los factores que contribuyeron a su formación. Los testimonios de sus hermanos, tíos, primos, su maestra Elba Rossi y Sabina Portugal, una empleada doméstica de la casa, compañeros de estudios y juegos; informaciones todas de indudable valor. Así nació Ernestito vivo y presente.
¿Cuál fue la motivación fundamental que los llevó a pesquisar los móviles que llevaron al ejército boliviano y a los agentes de la siniestra CIA a consumar el vil asesinato de que fuera víctima el invicto Comandante de América. ¿Qué hallazgos les permitieron escribir el texto El asesinato del Che en Bolivia, publicado por la cincuentenaria Editora Política?
AC. La motivación principal estuvo en la función desempeñada por el pueblo boliviano en aquellos acontecimientos, su historia, sus costumbres, su ética, que no conocíamos. Nos impresionó mucho la admiración y el respeto que sentían por el Che y los hombres que le acompañaron en la guerrilla. La estimación que manifestaban al hablar de la combatiente argentino-alemana Tamara Bunke (1937-1967), Tania la Guerrillera, a quien muchos conocían como Laurita. Nos llevaron por sendas, montañas y caminos difíciles para encontrar a las personas que queríamos entrevistar (muchas de ellas ya fallecidas). Nos entregaron objetos pertenecientes a los miembros de la guerrilla o utilizados por ellos, y documentos referidos a los hechos que indagábamos. Llevábamos en nuestras manos como guía fundamental, el Diario… y la “Introducción necesaria” que escribió el Comandante Fidel. Hacíamos lecturas diarias y señalábamos caseríos, nombres de personas, animales, comidas, ríos, montes, caminos, cerros, preguntábamos, anotábamos, filmábamos, fotografiábamos y grabábamos, para luego transcribir.
Fuimos desenredando la madeja… La injusta opinión tramada acerca de los campesinos bolivianos, en la que se expresaba el criterio de que habían traicionado al Che y eran culpables del fracaso de la guerrilla. Con ello se ocultaba a los verdaderos culpables… Estaban bien guardadas las informaciones acerca de la participación directa del Gobierno de Estados Unidos, la CIA y los agentes de origen cubano, en el asesinato del comandante Guevara, Willy Cuba, Alberto Fernández Montes de Oca, Juan Pablo Chang Navarro y Aniceto Reynaga. Todo quedó probado y esclarecido con documentos secretos y confidenciales, testimonios e informaciones aportadas por fuentes primarias.
FG. Nosotros entrevistamos a más de 300 personas, entre militares, campesinos, religiosos, colaboradores, traidores, desertores. No se excluyó a nadie, incluso se respetó hasta la forma de hablar y los giros idiomáticos. El libro De Ñacahuasú a La Higuera fue considerado por el Instituto de Verbología Hispana entre los 10 fundamentales para entender el habla castellana en esa región de América Latina.
En relación con La CIA contra el Che en la investigación aparece la función “clave” desempeñada por la embajada norteamericana en Bolivia y por la CIA. Complicidad no solo evidenciada a través de los testimonios, sino también de los documentos. Dicho libro es un símbolo de la solidaridad, amistad y combatividad del pueblo boliviano, que suministró dichos documentos y formuló valientes declaraciones. En ese texto, por medidas de protección, no revelamos los nombres de muchas de esas personas; pero ha pasado más de medio siglo, y por eso decidimos divulgar el nombre de la mayoría de ellas. La publicación de El asesinato del Che en Bolivia es una manera de rendir homenaje a los bolivianos que, de forma anónima, nos prestaron ayuda. Sus identidades hoy las podemos revelar y, al mismo tiempo, denunciar —una vez más— la macabra función desempeñada por la CIA y el Gobierno de Estados Unidos en esos crímenes.
Consternados, rabiosos…
Mario Benedetti
Así estamos
consternados
rabiosos
aunque esta muerte sea
uno de los absurdos previsibles
da vergüenza mirar
los cuadros
los sillones
las alfombras
sacar una botella del refrigerador
teclear las tres letras mundiales de tu nombre
en la rígida máquina
que nunca
nunca estuvo
con la cinta tan pálida
vergüenza tener frío
y arrimarse a la estufa como siempre
tener hambre y comer
esa cosa tan simple
abrir el tocadiscos y escuchar en silencio
sobre todo si es un cuarteto de Mozart
da vergüenza el confort
y el asma da vergüenza
cuando tú comandante estás cayendo
ametrallado
fabuloso
nítido
eres nuestra conciencia acribillada
[…]
así estamos
consternados
rabiosos
claro que con el tiempo la plomiza
consternación
se nos irá pasando
la rabia quedará
se hará mas limpia
estás muerto
estás vivo
estás cayendo
estás nube
estás lluvia
estás estrella
[…]
donde estés
si es que estás
si estás llegando
será una pena que no exista Dios
Pero habrá otros
Claro que habrá
Otros dignos de recibirte
Comandante.
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