Por María Caridad Pacheco González
Maestro, filósofo, periodista, orador y escritor de reconocido prestigio, había nacido en Güines, provincia de La Habana, el 7 de junio de 1907. A la lucha por sus ideales consagró más de treinta años de su vida.
Se enfrentó a la dictadura machadista desde las filas del Directorio Estudiantil Universitario de 1930 y sufrió prisión. Se opuso a la Mediación y al gobierno de Carlos Manuel de Céspedes Quesada, subproducto de esta; en la noche del 4 de septiembre de 1933 se presentó en Columbia en compañía de José Miguel Irisarri para brindar apoyo a los soldados sublevados contra el gobierno de Céspedes. Con posterioridad se involucró en todo el proceso de agitación política que siguió al fracaso de la huelga de marzo de 1935. Participó en la fundación del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) en 1947, de cuyo Consejo Directivo sería vicesecretario y fue candidato a la gobernación de La Habana por esa agrupación en las elecciones generales del año siguiente.
A finales de 1948 se apartó del Partido Ortodoxo por discrepancias con la política de alianzas seguida por este. A raíz del golpe de estado de Fulgencio Batista, organizó en la Universidad de La Habana el Movimiento Nacional Revolucionario, con el cual inició una conspiración cívico-militar, cuyo objetivo inmediato era el derrocamiento de la dictadura: una respuesta limpia, desde las posiciones antimperialistas, al cuartelazo.
Abortado ese movimiento en abril de 1953, fue juzgado y condenado a prisión; aunque beneficiado por una amnistía, al año siguiente marchó al exilio. En 1955, de regreso en Cuba, participó en algunas reuniones para la organización del Movimiento Revolucionario 26 de Julio; pero no llegó a ingresar en sus filas y emigró nuevamente.
En Estados Unidos laboró en distintas uni-versidades y concluyó su estudio Redescubrimiento de Dios, publicado en La Habana en 1956. Al mismo tiempo escribió artículos en los que denunciaba la situación de Cuba bajo la férrea dictadura, los que aparecieron en la revista Bohemia y otras publicaciones.
Tras el triunfo de la Revolución, en febrero de 1959 fue nombrado embajador de Cuba en Brasil, cargo que desempeñó con eficacia hasta mediados de 1961, cuando aquejado por problemas de salud regresó a La Habana, donde falleció el 13 de junio de ese año.
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