



Las grandes figuras dejan rastros de su energía vital en los sitios que habitan. El último aliento de una de las más relevantes personalidades de las gestas independentistas cubanas, Máximo Gómez Báez, fue dado en una habitación de una casona del Vedado. El patriota cubano-dominicano tenía su residencia en la calle Galiano, pero por prescripción médica, se dispuso para él una casa cerca del mar, en 5.a y D, en el Vedado capitalino, pues había regresado de su viaje a Santiago de Cuba gravemente enfermo.
El valor otorgado a este inmueble incluye su significación histórica, asociada a ese dominicano que llevó con honor los grados de mayor general del Ejército Libertador; pero también posee alta importancia arquitectónica y urbanística, pues es una de las casas más antiguas que se conserva en esa barriada (se construyó entre 1878 y 1880).
En 1908 fue comprada por la Iglesia católica que, a su vez, la vendió a la Asociación de Hermanas Dominicas Americanas, con la condición de que debía ser destinada a colegio católico para niñas, función que perduró hasta la intervención de la educación religiosa por el Gobierno Revolucionario. En propiedad de las monjas, el inmueble sufrió varias transformaciones; la más importante fue la construcción de una segunda planta y el cierre del portal con frente a la calle 5.a, por donde originalmente estaba la entrada de la antigua vivienda. En las últimas décadas, los diferentes usos y el deterioro afectaron la integridad del edificio, de ahí que la intervención comprenda demoliciones parciales, reconstrucciones, remodelaciones y restauración de elementos compositivos que sean salvables.
Hoy, la casona de 5.a y D se encuentra inmersa en un complejo proceso de restauración, que aspira a exaltar sus valores y trasmitirlos de manera adecuada para lograr su preservación, a partir del conocimiento y la sensibilidad. Se persigue devolver a la casa la imagen de la arquitectura neoclásica típica de las primeras edificaciones del Vedado, con la ampliación realizada en las primeras décadas del siglo xx por las monjas dominicas; también rehacer el cuarto mortuorio del Generalísimo, cuya reproducción incluye los componentes de piso, mobiliario y otros, a partir de los originales que pertenecen al Museo Oscar María de Rojas, en la ciudad de Cárdenas. El proyecto debe permitir aprovechar en su casi totalidad los espacios originales y la circulación del aire en la zona, incorporando una red informática interna y el correspondiente acceso a internet, sistemas de protección contra incendios y un mínimo de climatización, orientada fundamentalmente a los locales cerrados. Obra de la Oficina del Historiador de La Habana, la mansión será en un futuro próximo el Memorial Máximo Gómez y reflejará la parte menos conocida de la historia de Gómez, desde el final de la guerra necesaria hasta su muerte. También será sede de la Unión de Historiadores de Cuba (Unhic), cuyo presidente, Jorge Luis Aneiros Alonso, ha subrayado el simbolismo de aquel lugar donde el mambí dominicano-cubano se despidió de los suyos aquella dolorosa tarde del 17 de junio de 1905 y destacó que la casa donde murió este patriota no está abandonada y va a recuperar el esplendor que tuvo en su época.
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