Po Frank Josué Solar Cabrales
Doctor en Ciencias Históricas. Profesor de la Universidad de Oriente. Presidente de la Cátedra para el estudio del pensamiento de Fidel Castro.
Cuando se produjo el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, la contestación inmediata de la dirigencia estudiantil de la Universidad habanera, encabezada por su presidente, Álvaro Barba, fue acudir al Palacio Presidencial para manifestar su respaldo al presidente constitucional, Carlos PríoSocarrás, y solicitarle la entrega de medios bélicos para defender la legalidad a través de una legítima resistencia armada contra el golpe; pero la respuesta no pudo ser más pusilánime. De la misma manera en que huía, defenestrado del poder, incumpliría la promesa hecha a los estudiantes y las armas nunca serían enviadas a la colina universitaria. Esta última se convertiría, a partir de este momento, en trinchera de combate permanente contra la dictadura y se constituyó en uno de los focos fundamentales de oposición al golpe batistiano; en su seno hallaron abrigo y trinchera todos los sectores rebeldes, que desde el mismo inicio de la resistencia alzaron a Martí como bandera de lucha.
La mayor parte del estudiantado radical, los partidarios de la insurrección armada frente a la tiranía, se agruparon alrededor de José Antonio, quien se distinguía como la figura cimera del movimiento revolucionario que emergía en la Colina. Su talento, carisma personal y sus virtudes como organizador le permitieron aunar a una buena parte de los universitarios que, aún dispersos por las distintas escuelas, manifestaban su rechazo a la situación imperante en el país. Dos elementos sirvieron de denominador común: uno, Batista solo sería derrotado mediante la acción armada y dos, su caída no podía entrañar un regreso al 9 de marzo, pues Cuba exigía con urgencia una revolución nacional que transformara radicalmente el orden político, económico y social que había conocido en su medio siglo de vida republicana.
El 23 de febrero de 1954 se celebraron los comicios para elegir al nuevo presidente de la FEU. José Antonio era uno de los principales candidatos; pero por maniobras de última hora, resultó elegido Germán Moré, presidente de la Escuela de Pedagogía. En el ejecutivo que se conformó, Echeverría fue seleccionado secretario general y, desde ese puesto, sería el principal organizador de las actividades revolucionarias de la FEU en el periodo que comenzaba: organizó, dirigió y ejecutó acciones que fueron llevando a un plano superior la lucha contra Batista. Bajo su dirección las conmemoraciones de las fechas patrias y de aquellas que entrañaban un simbolismo especial para los estudiantes se convertían todas en jornadas de combate contra las fuerzas represivas.
El 30 de septiembre de 1954, se celebró un acto de homenaje a Rafael Trejo, justo en el sitio donde cayó el mártir estudiantil, en el parque Eloy Alfaro. Allí, en plena calle Infanta, ante la masa de estudiantes congregados, Fructuoso Rodríguez aprovechó el momento para proclamar públicamente, en medio de la algarabía de sus compañeros, a José Antonio como presidente de la FEU, pues le correspondía, en su condición de secretario general, sustituir reglamentariamente a Benigno Arbesú, quien cesaba en la presidencia por haber concluido sus estudios. En el acto desarrollado esa misma noche en el Aula Magna, José Antonio en su estreno como máximo dirigente estudiantil, fue el principal orador.
Su personalidad le imprimió una nueva tónica a la organización estudiantil universitaria, desde su presidencia. En lo adelante tendría como características esenciales, por un lado, la moralización interna de la Universidad, el combate contra la corrupción y el gansterismo, la necesaria limpieza de la casa de altos estudios primero, para luego enfrentarse, con sus fuerzas más sanas, a la dictadura batistiana; y por el otro, la radicalización de las acciones de calle, de las movilizaciones de masas, del combate frontal a los aparatos represivos del régimen. En la estrategia de aumentar la actividad revolucionaria ante la tiranía, se inscribirían las grandes campañas nacionales por reivindicaciones populares, que encontrarán siempre en la FEU a su principal promotor y activista.
El movimiento estudiantil de la Universidad de La Habana ejercía gran atracción en los medios de difusión nacional, arma poderosa en manos de todo aquel que quisiera movilizar la opinión pública a favor de sus intereses. Por eso, para cada elección de la FEU se reagrupaban y reajustaban las distintas fuerzas, con el propósito de obtener, cada una, la hegemonía en el medio universitario y se recurría a cualquier mecanismo para conseguirlo. La permanencia en el cargo de José Antonio, comprometido con los elementos más sanos y radicales de la Universidad y con la sagrada causa de la revolución cubana, no era bien vista por muchos, que sabían de su integridad revolucionaria y conocían que él no se convertiría en instrumento de nadie.
Con el propósito de impedir su estadía se tensaron al máximo todas las fuerzas para las elecciones de abril de 1955. Para arrebatarle la dirección de la FEU a José Antonio se levantó la candidatura de Leonel Alonso, presidente de la Asociación de Estudiantes de Filosofía y Letras, y tras él se nuclearon las más variopintas tendencias. Según Guillermo Jiménez: “[…] ahí entran movimientos de izquierda, de derecha, movimientos ligados a partidos políticos, movimientos gansteriles”.1 Apoyando a Alonso se encontraban los personajes más connotados de la politiquería universitaria, que buscaban recuperar el control de la FEU para provecho personal, apuntalados por los residuos del gansterismoen el Alma Mater, quienes sabían que con Echeverría terminaban sus “aventuras” en la Colina. Sin embargo, también, aunque por distintas razones y con disparidad de matices respaldaban al presidente de Filosofía y Letras lo mismo partidos de izquierda —de tradicional dominio en esa escuela debido al empleo de diferencias tácticas a las empleadas por José Antonio en cuanto a métodos de lucha— que formaciones políticas de oposición en búsqueda de preponderancia en el organismo estudiantil, además de elementos revolucionarios honestos. Así, con una curiosa amalgama de intereses heterogéneos y hasta contrapuestos, entre los que predominaban ingredientes de la politiquería y el bonchismo,2se le daba el espaldarazo a un candidato cuyas características más trascendentes, según algunos de sus contemporáneos, eran la demagogia y la charlatanería, sin ninguna historia de lucha en el universo estudiantil.
Por su parte, en el bando contrario, los universitarios que se agrupaban en torno a José Antonio lo hacían —además de por su carisma, su personalidad magnética, su talento político unitario— en mayor medida porque todos defendían, como él, la misma posición intransigente de enfrentamiento a la dictadura por la vía insurreccional.
El intento por impedir el triunfo de Echeverría adquirió caracteres dramáticos, que hubieran podido generar una escalada de violencia entre universitarios con fatales consecuencias para la causa. El 19 de abril de 1955, la Universidad amanecía en medio de una tensa calma, que parecía preludiar el inicio de una batalla. Los ánimos estaban exaltados, en la espera del desenlace final que tendrían las elecciones. Aun cuando faltaban dos presidentes para finalizar el conteo de los votos, ya José Antonio había recibido los siete necesarios para triunfar.
Al siguiente día una comisión de dirigentes universitarios integrada entre otros, por José Antonio, Juan Nuiry, Luis Blanca, Fructuoso Rodríguez y René Anillo, recorrió las redacciones de los distintos periódicos para informar a la opinión pública nacional acerca de los propósitos que animaban a la nueva dirección estudiantil recién electa, en declaraciones que resultarían premonitorias:
La gran tareahistórica de la FEU en la cuestión cubana es enfrentarse a los obstáculos que impiden el progreso de nuestra patria y para ello uniremos en idea y acción al estudiantado y a la juventud cubana, pero siempre conservándonos ajenos a las luchas partidistas. Sin más Norte que imponer sobre el sombrío panorama cubano, una aurora de fe en el destino nacional. Trataremos, en fin, que nuestra voz que es un murmullo se convierta en el grito del pueblo.3
1 Entrevista realizada por el autor a Guillermo Jiménez, 7 de diciembre del 2004.
2 Término procedente del inglés bunch(banda, racimo, puñado), fue la expresión del gansterismo dentro de la Colina. Representó el empoderamiento de pandillas o grupos de acción que garantizaban su hegemonía mediante la amenaza y el crimen.
3 “Expone el Presidente de la FEU planes”, en Diario Nacional, La Habana, 21 abril de 1955, no. 201, p. A-5.
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