Por María Caridad Pacheco González
Las cañas iban y venían
desesperadas, agitando
las manos.
Te avisaban la muerte […]
Nicolás Guillén
De tez negrísima, nieto de esclavos que habían combatido en la Guerra de los Diez Años, hijo de un capitán del Ejército Libertador que combatió en la del 95, Jesús Menéndez surgió como dirigente sindical en un latifundio azucarero, entraña de la explotación en Cuba y forja de su liderazgo revolucionario.
Nacido el 14 de diciembre de 1911 en En-crucijada, antigua provincia de Las Villas, su condición humilde lo obligó a abandonar el aula a temprana edad y trabajar en disímiles oficios, hasta que a los 17 años de edad lo eligieron dirigente obrero en el central Constancia (hoy, Abel Santamaría).
Se incorporó a la lucha contra la tiranía machadista y, con apenas 20 años, ingresó en las filas del primer Partido Comunista de Cuba en 1931.Su militancia, la clandestinidad y las jornadas abiertas de lucha sindical fueron moldeando el liderazgo de Jesús Menéndez al frente de los trabajadores azucareros.
En 1939, al fundarse la Federación Nacional Obrera Azucarera (FNOA), formaba parte de su ejecutivo y a partir de ese momento, su liderazgo comenzó a fortalecerse. Atrás quedaba la historia del Sindicato Nacional de Obreros de la Industria Azucarera (SNOIA), el IV Congreso de Unidad Sindical y otros eventos en los que tuvo una participación muy activa.
En los meses que siguieron a la caída de Machado, junto a Lázaro Peña González y otros dirigentes de los trabajadores, logró arrancar de la tenaz resistencia patronal la jornada de ocho horas, aumento salarial, derecho de organización y otras importantes reivindicaciones económicas y políticas.
Contribuyó con su trabajo a reconstruir la unidad de los obreros azucareros y su organización sindical después de la derrota de la huelga de marzo de 1935, lo que condujo a la constitución de la Federación Nacional de Obreros Azucareros (sucesora de la SNOIA), que sería más tarde la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros (FNTA), de la cual Jesús Menéndez fue secretario general hasta su muerte.
Figuró en el comité ejecutivo de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), creada en enero de 1939.
Junto a otro comunista, el economista Jacinto Torras de la Luz, conquistó para los obreros azucareros el llamado “diferencial”, por el cual el aumento de los precios del azúcar debía revertirse en los salarios de los trabajadores al finalizar el año. Era un logro de gran dimensión conquistado pese a la resistencia de Estados Unidos y de la oligarquía dependiente y temerosa ante las demandas obreras.
Jesús no solo trabajaba por demandas económicas, también impulsaba otras tareas importantes como unir a los obreros agrícolas e industriales; crear comités de jóvenes, mujeres y familiares en cada sindicato para realizar actividades culturales; poner en marcha un programa de capacitación político-cultural de los dirigentes sindicales; publicar la revista Azúcar; recabar del Congreso de la República la aprobación del proyecto de Ley de Retiro; lograr la higienización de las viviendas en los bateyes de ingenios y colonias; entre otras.
Cuando, en cualquier lugar, los obreros requerían de su presencia para defender sus derechos, allí acudía él; por eso se movía constantemente a lo largo de la Isla.
Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, comenzó la “guerra fría”, lo que significó la quiebra de la unidad sindical debido a la acción conjunta del gobierno de Grau y las pandillas mujalistas. En 1947, Jesús viajó a Estados Unidos para recabar el apoyo de los trabajadores norteamericanos a la petición de que no se aprobara en el Congreso la rebaja de la cuota azucarera en el mercado de esa nación, por los perjuicios que provocaría en lo referente a la reducción de los días de zafra y en consecuencia, a la economía nacional.
Sin embargo, mientras el General de las Cañas defendía los intereses obreros y del país, Grau renunciaba al pago del diferencial.
A partir de la tenaz labor de Jesús en defensa de los intereses de los trabajadores y de la nación cubana, comenzó a fraguarse el plan de su eliminación física. Se conoce que la tarea criminal fue dictada en Washington, y desde octubre de 1947, Menéndez se había percatado de que estaba bajo vigilancia de grupos gansteriles, hecho que denunció ante la Policía Judicial (Causa 406/47).
A pesar de las continuas amenazas, se llevó a cabo el VI Congreso de la FNTA, en el cual se reiteró la voluntad de continuar la lucha contra la rebaja de salarios y por el pago del diferencial.
El 4 de enero de 1948, en un mitin celebrado en el Parque Central, Jesús llamó al combate bajo la consigna “del diferencial que nos pertenece”. Para entonces, los planes de asesinato habían pasado al jefe del Ejército, quien trasmitió la orden a todos los puestos de la Guardia Rural. Jesús conocía los riesgos, pero ello no lo amilanó.
En enero de 1948 inició una gira por los ingenios de Las Villas, Camagüey y Oriente. El crimen se consumó en la estación del ferrocarril de Manzanillo, el 22 de enero de 1948, cuando el esbirro Joaquín Casillas Lumpuy —ajusticiado al triunfo de la Revolución—, le disparó cobardemente por la espalda. No les bastó y quisieron manchar su nombre con calumnias: adujeron que portaba un arma y que había sido herido de frente.
Intentaron, incluso, secuestrar el cadáver para que la autopsia fuera realizada por médicos militares; pero el pueblo y los comunistas de Manzanillo rodearon la Casa de Socorro y escoltaron su cuerpo hasta el Sindicato Fraternidad del Puerto, donde una masa compacta lo protegió, sin que pudieran las autoridades lograr sus propósitos.
El asesinato de Jesús Menéndez fue una sensible pérdida para el movimiento obrero cubano y su sepelio en La Habana, una manifestación de dolor multitudinaria. En la despedida de duelo, a nombre de la CTC, Lázaro Peña manifestó que el mejor homenaje era “continuar su camino, seguir su pelea, conducir a los nuestros en la lucha por sus reivindicaciones y derechos”.
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