Por Andrés García Suárez**
Entre julio y diciembre de 1955 quedó constituido en los principales poblados de la zona de Cienfuegos, el Movimiento 26 de Julio. En la ciudad de Cienfuegos lo encabezó el farmacéutico Rigoberto García Flores, quien logró captar pronto a un grupo de marinos de baja graduación que conspiraban contra la dictadura en el Distrito Naval del Sur, ubicado en Cayo Loco en la bahía sureña.
Por eso, para el primer intento de producir un alzamiento en la ciudad, se contó con el apoyo de estos marinos. El hecho estaba vinculado a los planes de Fidel Castro de traer una expedición armada desde México.
Junto con la recaudación de fondos para financiar al grupo expedicionario, el Movimiento en Cienfuegos envió a México al exoficial de la Marina de Guerra, Roberto Roque Núñez, quien sería el piloto del Granma; pero el 30 de noviembre de 1956 no pudo contarse con la ayuda de los marinos por haber sido acuartelados previamente por la dictadura y solo se realizaron algunas acciones locales por parte de los combatientes civiles. Rigoberto García Flores fue apresado, torturado y obligado a abandonar la ciudad.
Un segundo intento estuvo a punto de producirse organizado por el nuevo coordinador del Movimiento, Emilio Aragonés Navarro, quien maduró un plan para desarrollarlo en el mes de abril de 1957 y lo comunica a Frank País, para que fuera aprobado por Fidel.
Consistía en tomar las armas de la base naval de Cayo Loco con la ayuda de los marinos aliados al MR-26-7; con ellas, un grupo de marinos y combatientes del Movimiento iría a un lugar prefijado en las montañas del Escambray, relativamente cercanas a Cienfuegos, y abrirían allí un segundo frente.
Este plan no pudo llevarse a cabo en abril y se pospuso para el 28 de mayo. En la noche del 27, fuerzas de la Policía y el Ejército de la tiranía irrumpieron en una casa del reparto Buenavista donde estaban acuartelados 35 dirigentes del MR-26-7 en Las Villas, procedentes de los distintos municipios, y los capturaron a todos.
Otros grupos de combatientes acuartelados pudieron disolverse y no fueron detectados. También lograron abandonar la ciudad los dirigentes nacionales Haydée Santamaría, Javier Pazos y otros de la dirección provincial de Las Villas, que se encontraban en casa de Aragonés.
A pesar de las torturas, el grupo de los 35 apresados no de-lató el plan de la acción, que fue preservado, aunque se pospuso.
En el mes de junio, días antes de caer asesinado en su Santiago natal, Frank envió a Santa Clara, para reforzar la dirección del Movimiento en la provincia de Las Villas, a un hombre de su confianza, Julio Camacho Aguilera (Jacobo Jordán en la clandestinidad), para que estuviera junto a los compañeros de Cienfuegos durante el desarrollo del plan. De igual modo, llegó Raúl Perozo, el Capitancito, con la misión de organizar las milicias en Las Villas, y el experimentado Octavio Louis Venzant, Vegerano, para atender el trabajo sindical.
Además, Frank le entregó a Camacho el auto de trabajo que usaba en Santiago de Cuba, un Dodge Coronet verde-azuloso, que fue uno de los vehículos que penetró en Cayo Loco al amanecer del 5 de septiembre. Todo esto revela la importancia que la dirección de la Revolución otorgó al plan cienfueguero.
Así fue reconocido por el Comandante en Jefe, cuando en la conmemoración del XX Aniversario del 5 de septiembre, en discurso pronunciado ante el pueblo cienfueguero expresó:
Más adelante, cuando nosotros luchábamos en la Sierra Maestra, persistió la idea de producir un levantamiento en Cienfuegos, con el apoyo del grupo de marinos revolucionarios, para organizar después un frente en las montañas del Escambray.
Es decir, tomar las armas de Cayo Loco y avanzar hacia el Escambray para constituir un segundo frente guerrillero. Se pensó primero en el mes de abril; no fue posible. Se planificó después para el 28 de mayo de 1957, y estuvo muy próximo a ocurrir el levantamiento.
[…]Nadie es capaz de imaginarse la extraordinaria ayuda que habría significado para los combatientes de la Sierra Maestra el alzamiento programado para el 28 de mayo y la apertura de un segundo frente guerrillero en las montañas del Escambray.
Y eso era perfectamente posible. Y en ese cayo había alrededor de 300 armas, más armas que las que nosotros poseíamos en ese momento en la Sierra Maestra. Digamos que realmente la idea era correcta y, más que correcta, brillante: que los cienfuegueros se hubiesen levantado junto a los marinos de Cayo Loco y hubiesen marchado hacia las montañas del Escambray.
* Tomado del periódico 5 de Septiembre, 5 de septiembre del 2018. Dada la extensión del trabajo, se ha tomado solo un fragmento del artículo, sobre lo que pudieran considerarse como los antecedentes de los hechos ocurridos el 5 de septiembre de 1957.
** (Cienfuegos, 1932-2021). Narrador e investigador. Periodista. Fue miembro de la Uneac, la UPEC, la Unhic y de la Comisión de Historia del Comité Provincial del PCC Cienfuegos.
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