CARLOS BALIÑO, FIEL AL LEGADO MARTIANO

Articulo Divulgativo Historia

Por María Caridad Pacheco González*

Carlos Baliño nació el 13 de febrero de 1848 en Guanajay. Tuvo que vivir la oprobiosa etapa del yugo colonial español, contra la cual su padre fue un activo luchador en la zona de Pinar del Río durante la guerra independentista iniciada en 1868, que lo condujo al destierro. En 1869 marchó a Estados Unidos, donde al mismo tiempo que dedicaba todas sus energías a la lucha por la independencia de Cuba, se identificaba con las ideas socialistas.

Siendo emigrado político, se vinculó a las sociedades patrióticas que recolectaban dinero para la causa independentista y también con el movimiento sindical norteamericano, en el cual estudió las primeras concepciones marxistas. Aunque lastradas por rasgos de las alle anismo y utopismo a causa del escaso conocimiento que entonces había de las obras de Marx y Engels, estas concepciones le sirvieron para adentrarse en el mundo de las luchas obreras; de ahí que defendiera en la tribuna y la prensa los intereses de los trabajadores.

Todo parece indicar que conoció a Martí en 1891 durante uno de los viajes que este realizó a Tampa; pero cabe la posibilidad de que se conocieran mucho antes, ya que ambos coincidieron en el curso 1867-68 en la Escuela Profesional de Pintura, Escultura y Grabado de La Habana, más tarde conocida como Academia de Artes Plásticas San Alejandro. A Baliño le confió el Apóstol: “La revolución no es lo que vamos a iniciar en las maniguas sino lo que vamos a desarrollar en la República”.1 Los dos revolucionarios compartieron la tribuna en numerosos actos patrióticos y se admiraron mutuamente.

Colaborador en el Partido Revolucionario Cubano (PRC) y precursor de las ideas marxistas en Cuba, Carlos Baliño, al igual que Diego Vicente Tejera, estuvo muy influenciado por la prédica martiana. En este sentido, comprendió que debía lograrse primero la independencia para después luchar por la revolución social, y atisbó los peligros que traería la penetración económica norteamericana cuando en julio de 1902 señaló: “Sin libertad económica, la libertad política no es más que un espejismo engañoso”.2

Fundó el Club de Propaganda Socialista, cuyos integrantes procedían casi todos de la emigración patriótica y se hallaban influenciados por las ideas martianas y los principios del socialismo marxista. Su órgano oficial, El Proletario, reproducía en su machón los artículos 4 y 6 de las Bases del PRC. No era casualidad: en ambos artículos se conjugan el carácter democrático y antimperialista de la república martiana con los intereses nacionales. De esta forma, el club se proclamó continuador de las concepciones ideológicas del PRC, en momentos en que estas eran totalmente ignoradas por muchos

de los que asumieron cargos relevantes una vez instaurada la República.

Esta situación obligaba a los que habían escuchado la prédica del Maestro, a comparar sus ideas sobre la república futura con la situación presente. Por ello, La Voz Obrera, órgano del Partido Socialista Obrero que lidereó Baliño, definía: “La república cordial con todos y para todos se la llevó en su corazón y en su alma excelsa el Apóstol ejemplar que murió en Dos Ríos por la libertad y la ventura de este pueblo. No queda en pie sino la República oligárquica, con los ricos y para los ricos”.3

Resulta significativo que la carta de Martí a Fermín Valdés-Domínguez de mayo de 1894, donde se interesa por la celebración del 1.º de mayo en Cuba, haya aparecido publicada, quizás por primera vez, en las páginas de este rotativo, en el que con insistencia se alertó acerca de una independencia irreal o ficticia y se clamó por hacer realidad el mandato de Martí en relación con el ideal de república cordial y equitativa, basada en la confianza que el Apóstol depositó en los humildes.

El hecho de que una parte significativa de los artículos de La Voz Obrera encierren una crítica al primer gobierno republicano y retomen los postulados martianos tiene mucho que ver con la guía ideológica que le imprimió Baliño, quien en 1906 expresó:

Cuando aquel paladín de la libertad, que a algunos no gustaba porque tenía tendencias socialistas, tenía como la visión profética de su martirio, solía decirnos a los obreros: “Todo hay que hacerlo después de la independencia.

Pero a mí no me dejarán vivir. A vosotros os tocará, como clase popular, como clase trabajadora, defender tenazmente las conquistas de la revolución”.4

La revolución martiana tuvo muy en cuenta la diferencia entre la fase nacional-liberadora y la social; pero no excluía el hecho de que los que participaran en una pudieran intervenir en la otra. El insuficiente desarrollo del capitalismo y del movimiento obrero en Cuba no hacía realizable una revolución proletaria en los albores del siglo xx; pero la revolución preconizada por Martí marcó un derrotero en la conducción ideológica de los movimientos sociales que surgieron en el país, a partir de la terminación de la guerra.

Con gran sentido político supo ajustar su pensamiento y acción a las correspondientes situaciones históricas. Así, por ejemplo, al conocer a Julio Antonio Mella y lo que este representaba dentro del movimiento estudiantil, comprendió la necesidad de mantener estrechos vínculos con el joven líder universitario. No resulta casual que ambos sostuvieran por muchos años una amistad fraterna, que juntos organizaran la Universidad Popular José Martí, e integraran el consejo de redacción de la revista Juventud, que Mella dirigió. Ambos fueron los principales artífices de la creación del Partido Comunista de Cuba en agosto de 1925, durante el gobierno dictatorial de Gerardo Machado y tuvieron que desarrollar su labor en muy difíciles condiciones, la mayor parte del tiempo en la clandestinidad. En el congreso constituyente de aquel Partido, realizado en la vivienda de Mella, se hallaba, presidiéndolo, una foto de Martí.

A pesar de su avanzada edad Carlos Baliño, elegido miembro de su Comité Central, trabajó hasta su fallecimiento, el 18 de junio de 1926, con fervoroso entusiasmo por las causas a las que dedicó casi sesenta años de su existencia.

* Dra. C. y secretaria de Divulgación y Relaciones Públicas de la Unhic 1 Julio Antonio Mella: “Glosas al pensamiento de José Martí”, en Mella. Documentos y artículos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana [1975], p. 269.

2 Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba: Carlos Baliño. Documentos y artículos, DOR, La Habana, 1976, p. 49.

3 La Voz Obrera, La Habana, 27 de septiembre de 1904, p. 1.

4 La Voz Obrera, La Habana, 5 de agosto de 1906, p. 1.