
Camilo es, sencillamente, un hombre del pueblo, que salió del pueblo […]
El consuelo que debe tener nuestro pueblo es que en el pueblo hay muchos Camilos, y Camilo seguirá viviendo en hombres como él y seguirá viviendo en hombres que se inspiren en él, porque lo único que nosotros podemos pedirle a nuestro pueblo es que cada vez que la patria se encuentre en una situación difícil, que cada vez que la patria se encuentre en un momento de peligro, se acuerde de Camilo […] Camilo surgió del pueblo y en el pueblo hay muchos Camilos…
Fidel
Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa.
Che
Nacido para la historia
por María Caridad Pacheco*
Camilo nació en el no. 71 de la calle Pocito, Lawton, en el seno de la modesta familia constituida por el sastre Ramón Cienfuegos y Emilia Gorriarán, ambos españoles, él oriundo de Oviedo, Asturias, y ella de Santander. Era el menor de los tres hermanos, y según contaba la madre, lo parió sin asistencia médica, sobre la cama, al amanecer del 6 de febrero de 1932, en época de plena lucha contra la dictadura de Machado. El padre desarrollaba actividades sindicales en la Unión de Operarios y Sastres, durante el gobierno de Menocal y, en esa época, había publicado un manifiesto a favor de la Revolución de Octubre. El matrimonio Cienfuegos-Gorriarán se incorporó a la lucha antimachadista y educó a los hijos para que guardaran la debida discreción e, incluso, les enseñaron algunas contraseñas para evitar posibles traiciones en caso de que arribaran a la casa personas desconocidas. Ramón llegó a usar barbas cuando luchaba contra la dictadura machadista con el objeto de eludir la persecución policial, lo cual fue motivo de bromas después del triunfo de la Revolución cuando el padre recordaba a Camilo que el primer barbudo de la familia había sido él. La guerra antifascista en España marcaría la niñez de Camilo, quien se estrenaría entonces en lides solidarias y pedía ayuda económica, de casa en casa, para auxiliar a niños españoles. El padre relataba que Camilo guardaba los centavos de su merienda y cuando tenía una cantidad ahorrada, lo entregaba al Hogar del Niño Español, que mantenía a 75 huérfanos. Desde entonces el legado martiano y el ejemplo de sus padres serían una guía ética ineludible. Si bien la familia debió mudarse muy a menudo debido a la estrechez económica que padecía, Camilo siempre guardó un cariño muy especial por la barriada de Lawton; precisamente en la esquina que forman las calles 9.a y Avenida de Dolores (hoy Avenida Camilo Cienfuegos), solía reunirse con sus amigos. En esta barriada cursó hasta el 5.o grado en la escuela pública no. 105 Félix Ernesto Alpízar y en 1944, ingresó en la Escuela Superior no. 13 de la Víbora para cursar 7.o y 8.o grados. Integraba un equipo escolar de pelota y participaba en competencias intercolegiales en un equipo voleibol. Fue como cualquier niño o joven cubano: le gustaban el baile y el cine, asistir a fiestas, practicar deportes, hacer trastadas que muchas veces eran castigadas por la autoridad paterna. Había desarrollado el hábito de la lectura; le gustaba estudiar, sobre todo la historia y sus héroes preferidos eran Antonio Maceo y José Martí. En octubre de 1945 se comenzó a editar en su escuela el periódico Lídice, cuyo nombre rendía tributo a la aldea checa arrasada por la barbarie nazi tres años antes, y Camilo colaboró como redactor deportivo. El periódico, del cual se editaron cuatro números a mimeógrafo, era orientado por el profesor Rodolfo Fernández, quien tuvo gran influencia en su formación. La difícil situación económica por la que atravesaba la familia le impidió continuar sus estudios y realizar su vocación de convertirse en un artista de la plástica. De hecho, matriculó en la Escuela Anexa de San Alejandro para estudiar escultura, pero solo pudo permanecer allí durante tres meses, porque la dura realidad lo conminó a trabajar y contribuir al sostén del hogar. Una de sus obras iniciales, un busto de Apolo, fue conservado por la familia y, en uno de los registros practicados por agentes de la dictadura, estos creyeron identificar en la escultura a algún dirigente del Partido Comunista de la URSS. Sus habilidades en el dibujo sirvieron después para hacer carteles de protesta, como puede apreciarse en una foto de abril de 1952. En 1950 el padre, quien le había enseñado el oficio de sastre, lo llevó a trabajar en la tienda El Arte, situada en Reina entre Ángeles y Amistad, como mojador de telas, mozo de limpieza y mensajero, por un sueldo de 50 pesos mensuales. Con el tiempo resultó ser el mejor dependiente de la tienda debido a su simpatía personal, buen gusto y condiciones de buen trabajador. En 1953 reunió algún dinero y partió con visa turística hacia Estados Unidos, con el objetivo de hallar un mejor empleo; allí trabajó como lavaplatos, limpiador de cristales, empacador, dependiente de bares y restaurantes, obrero industrial y otros oficios menores. Al vencerse la visa, su condición de ilegal lo obligó a utilizar un nombre falso: Ramón Ruiz. Durante ese tiempo se vincula a una agrupación patriótica de emigrados llamada Acción Cívica Cubana, que editaba un periódico, La Voz de Cuba, para el cual Camilo escribió algunos artículos. De aquellos tiempos queda el testimonio recogido en un grupo de cartas, escritas con su habitual gracia criolla, a pesar de las dificultades y tensiones por las que atravesó. Esta etapa concluyó con su detención por las autoridades de Inmigración y, tras permanecer 39 días en prisión, fue deportado. De nuevo en La Habana, se incorporó de lleno a la lucha revolucionaria. A los pocos días, agentes policiales registraron su casa y se llevaron a toda la familia, incluso al padre, recién operado. A partir de entonces, en cuanta manifestación hubo contra la tiranía, estuvo la presencia combativa de Camilo. El 7 de diciembre de 1955, ante el llamado de la FEU a rendir tributo al Titán de Bronce en el Parque que lleva su nombre, Camilo vertió su sangre por la Revolución por una herida de bala; en otra ocasión, fue golpeado salvajemente y terminó detenido y fichado por el Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC); bajo su foto un cartel decía: comunista. Ya entonces había comprendido que el camino para derrocar la tiranía no podía ser otro que el de la insurrección armada. Por eso, cuando poco después partió de nuevo hacia Estados Unidos, hizo contacto con conocidos que militaban en las filas del MR-26-7, entre ellos, Reinaldo Benítez, combatiente del Moncada, con quien compartía una estrecha amistad, y quien se encontraba en México preparándose para la lucha. El propio Benítez relataba que, al salir de la cárcel en 1955, había tropezado en Reina y Galiano con Camilo, quien tenía una pierna enyesada a causa del balazo recibido en la manifestación del 7 de diciembre de ese año, y el tema de la conversación giró alrededor de la situación nacional y la organización del Movimiento. En México, al llegar un día del entrenamiento, Benítez encontró una nota firmada por un tal Cienfuegos, quien decía que estaba en un hotel cercano y quería verlo. Cuando acudió al lugar, se encontró con Camilo, quien le pedía ingresar al MR-26-7. Cuando Fidel lo supo, se negó a incorporarlo ya que todo estaba listo y no era tiempo de integrar un nuevo combatiente, Raúl fue de la misma opinión; pero Camilo no desistió y gracias a su tenacidad logró ingresar entre los últimos expedicionarios del Granma. Por aquellos días escribió en una carta: “Esos que luchan, no importa dónde, son nuestros hermanos”, frase que demuestra su espíritu altruista y solidario. En muy poco tiempo se convertiría en uno de los jefes guerrilleros más audaces y legendarios del Ejército Rebelde. El amor a sus padres fue inmenso y procuró contactar con ellos, incluso, en medio de la guerra. En plena campaña de Las Villas los mandó a traer a su campamento de Juan Francisco y, ese día, cuando habló por radio con Fidel, le dijo que había sido el más feliz de su vida. La humilde casa de Lawton donde nació Camilo —hoy convertida en museo y espacio de veneración— es el sitio donde ocurrió su alumbramiento para la historia.
Camilo y la traición de Hubert Matos*
por René González Barrios**
[…] en aquel momento, en el año 1959, todos los periódicos burgueses —Diario de la Marina, Avance y las revistas Carteles y Bohemia— empezaron a publicar información en contra de la Revolución y a favor de Hubert Matos, como el hombre puro que quería hacer una revolución más integradora, a la que se sumaran la mayor cantidad de elementos de Cuba; una revolución donde cupieran los latifundistas, donde cupiera todo el mundo. En medio de esa situación, el mismo día 21, día en que Hubert Matos iba a presentar la carta —carta de renuncia que conocía prácticamente todo el ejército, en el centro del país—, ese mismo día, el traidor Pedro Luis Díaz Lanz, exjefe de la Fuerza Aérea y amigo de Hubert Matos, bombardea La Habana con un avión B-25 salido desde Florida. Entonces, ¡qué interesante!: la conspiración en Camagüey, la sublevación en Camagüey, el bombardeo en La Habana, o sea, toda una gran conspiración para provocar una guerra civil anticomunista en Cuba en el año 59. […] Ese mismo 21 de octubre, Camilo se reúne en el regimiento de Camagüey con todos los militares amotinados. Hace aproximadamente un año, le explicábamos esto mismo a un grupo de profesores y metodólogos en el Ministerio de Educación, y había una persona que me miraba muy detenidamente, y cuando terminé, que escuchó, como van a escuchar ustedes hoy, las palabras de Camilo Cienfuegos el 21 de octubre en el regimiento Ignacio Agramonte, de Camagüey, el hombre se echó a llorar, y me dice: “Yo era uno de los confundidos con Hubert Matos que estaba en Camagüey el 21 de octubre, y nunca tuve la posibilidad de escuchar las palabras de Camilo. Ahora entiendo bien cómo nos manipularon a todos nosotros y nos sumaron a esa sublevación anticomunista”. […] Los que quieran saber qué ocurrió en el juicio de Hubert Matos, aquí está (muestra el folleto). Está en todas las bibliotecas de nuestro país, es un folleto que se llama Y la luz se hizo, donde está el juicio completo de Hubert Matos. Quien quiera tener más idea de qué pasó en este proceso contra Hubert Matos, puede leer el libro de Jorge Luis Betancourt, Victoria sobre una traición, que es la historia completa del proceso de la traición de Hubert Matos, de todo esto que les estoy explicando en Camagüey, o puede leer, por ejemplo, que en librerías aparece este libro (lo muestra) La segunda revolución en Cuba, que escribió un profesor norteamericano, que de hecho había sido infante de marina, periodista, y que estuvo en Cuba en los años que ocurrió este suceso. Joseph Murray se llama y explica también su versión sobre la conspiración de Hubert Matos. O sea, que hay total claridad y hay fuentes para entender qué fue lo que pasó. Ahora, ¿qué pasó después? Bueno, pasó que Carlos Franqui, que había sido ayudante de Fidel en la Sierra Maestra, que había sido director del periódico Revolución en Cuba cuando triunfa la Revolución, a finales de los años se tenta traiciona; se va de Cuba con documentos oficiales, documentos históricos; va para Italia, se establece en Italia y Franqui, que había sido el autor de un libro que era una apología a la Revolución Cubana, el Libro de los Doce, escribe este libro que se llama Camilo Cienfuegos (lo muestra). […] más de la mitad del libro es una apología a Camilo, pero una apología de Camilo escrita de forma tal, que el líder principal de la Revolución Cubana es Camilo; no Fidel […]. ¿Para qué? Para después llevar al lector tendenciosamente a la teoría de la conspiración contra Camilo, porque Camilo era el líder más popular, era el líder de más méritos. Franqui es el primer testimoniante traidor. El segundo es el propio Hubert Matos, que después de haber estado veinte años preso en Cuba, escribió este libro (lo muestra), que se llama Cómo llegó la noche, en el que, entre otras cosas, tiene la desfachatez —porque no es otra cosa que la desfachatez de un traidor— de decir que estando preso, detenido el 27 de octubre en la Cabaña… Les voy a leer tres parrafitos, para que tengan ustedes una idea de la catadura moral de este hombre: […] Camilo dice encontrarse en una situación muy difícil y me responsabiliza en cierta forma de la actual situación. Me exhorta a evitar de cualquier manera el juicio, planteándome que él puede preparar un escape. [O sea, Camilo preparando la fuga de Hubert Matos] Me pide que ignore la mierda [así le dice Camilo] que él habla de mí [o sea, que Camilo hablaba mal de Hubert Matos] pues es pura palabrería impuesta por las circunstancias. Me siento incómodo, porque pretende ver en mi renuncia las circunstancias que lo tienen entrampado. Su crisis la tiene por indeciso. Rechazo la oferta de organizarme una fuga. Si me fusilan, que sea defendiendo la verdad y mi honor. De modo que es Camilo aquí quien sale denigrado, Camilo quien ofrece preparar la fuga a Hubert Matos y Hubert Matos quien lo rechaza diciéndole: “No, yo enfrento el pelotón de fusilamiento”. Fíjense cómo se manipula la realidad histórica. Y dice después [el libro de Hubert Matos]: “[…] el 27 de octubre, Camilo insiste: ‘No debe haber juicio, la solución es la fuga’. Conociendo a Camilo, creo que quiere evitar un juicio donde diré la verdad al precio que sea, incluso, el de un enfrentamiento con Fidel, quien en estos momentos debe estar ejerciendo una presión muy grande sobre él”. Cuando ustedes leen acerca del juicio, si Hubert Matos fue tan guapo y tan sincero —ya Camilo estaba muerto cuando el juicio— […] nada de estas cosas aparecen, ni la más mínima insinuación, porque el hombre que fue más lapidario y más exigente contra la traición de Hubert Matos y contra la figura de Hubert Matos fue precisamente Camilo Cienfuegos. En el juicio a Hubert Matos, Fidel dijo [y creo que es importante que ustedes lo conozcan]: Porque Camilo tiene derecho a hablar aquí en el juicio también [Camilo no estaba vivo ya, pero Fidel quería que hablara de toda aquella situación], porque Camilo tenía la responsabilidad del mando del ejército, y si en el ejército había infiltración consciente, como ellos dicen, están acusando a Camilo, están responsabilizando a Camilo, porque Camilo era el jefe del ejército, cargo que ostentaba por sus méritos, y esa es una acusación contra Camilo. Y entonces o son culpables ellos de calumnia, son culpables ellos de traición, son culpables ellos de estar haciéndole el juego a la contrarrevolución agarrando por los pelos el caso de los contados comunistas que pueden estar dentro de las filas del ejército para lanzar contra la Revolución esa acusación que no tiene otro objeto que traer contra la patria la intervención extranjera, y son culpables ellos o es culpable Camilo, que Camilo hable, que Camilo diga también su verdad. Y como Camilo falleció, nosotros en el Instituto de Historia1 nos dimos a la tarea de buscar la voz de Camilo, y hallamos la intervención de Camilo ante los sublevados en Camagüey el 21 de octubre de 1959. Y Camilo va a hablar hoy aquí, porque vamos a escuchar a Camilo inmediatamente. *Fragmentos de las palabras expresadas en el espacio Dialogar, dialogar, de la Asociación Hermanos Saíz, Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, 28 de septiembre de 2017.
** Director del Centro Fidel Castro Ruz. 1 En el momento de esta intervención, el autor se desempeñaba como presidente del Instituto de Historia de Cuba.
Carta de una escritora española a la madre del héroe cubano Camilo Cienfuegos*
por René González Barrios**
[…] en aquel momento, en el año 1959, todos los periódicos burgueses —Diario de la Marina, Avance y las revistas Carteles y Bohemia— empezaron a publicar información en contra de la Revolución y a favor de Hubert Matos, como el hombre puro que quería hacer una revolución más integradora, a la que se sumaran la mayor cantidad de elementos de Cuba; una revolución donde cupieran los latifundistas, donde cupiera todo el mundo. En medio de esa situación, el mismo día 21, día en que Hubert Matos iba a presentar la carta —carta de renuncia que conocía prácticamente todo el ejército, en el centro del país—, ese mismo día, el traidor Pedro Luis Díaz Lanz, exjefe de la Fuerza Aérea y amigo de Hubert Matos, bombardea La Habana con un avión B-25 salido desde Florida. Entonces, ¡qué interesante!: la conspiración en Camagüey, la sublevación en Camagüey, el bombardeo en La Habana, o sea, toda una gran conspiración para provocar una guerra civil anticomunista en Cuba en el año 59. […] Ese mismo 21 de octubre, Camilo se reúne en el regimiento de Camagüey con todos los militares amotinados. Hace aproximadamente un año, le explicábamos esto mismo a un grupo de profesores y metodólogos en el Ministerio de Educación, y había una persona que me miraba muy detenidamente, y cuando terminé, que escuchó, como van a escuchar ustedes hoy, las palabras de Camilo Cienfuegos el 21 de octubre en el regimiento Ignacio Agramonte, de Camagüey, el hombre se echó a llorar, y me dice: “Yo era uno de los confundidos con Hubert Matos que estaba en Camagüey el 21 de octubre, y nunca tuve la posibilidad de escuchar las palabras de Camilo. Ahora entiendo bien cómo nos manipularon a todos nosotros y nos sumaron a esa sublevación anticomunista”. […] Los que quieran saber qué ocurrió en el juicio de Hubert Matos, aquí está (muestra el folleto). Está en todas las bibliotecas de nuestro país, es un folleto que se llama Y la luz se hizo, donde está el juicio completo de Hubert Matos. Quien quiera tener más idea de qué pasó en este proceso contra Hubert Matos, puede leer el libro de Jorge Luis Betancourt, Victoria sobre una traición, que es la historia completa del proceso de la traición de Hubert Matos, de todo esto que les estoy explicando en Camagüey, o puede leer, por ejemplo, que en librerías aparece este libro (lo muestra) La segunda revolución en Cuba, que escribió un profesor norteamericano, que de hecho había sido infante de marina, periodista, y que estuvo en Cuba en los años que ocurrió este suceso. Joseph Murray se llama y explica también su versión sobre la conspiración de Hubert Matos. O sea, que hay total claridad y hay fuentes para entender qué fue lo que pasó. Ahora, ¿qué pasó después? Bueno, pasó que Carlos Franqui, que había sido ayudante de Fidel en la Sierra Maestra, que había sido director del periódico Revolución en Cuba cuando triunfa la Revolución, a finales de los años se tenta traiciona; se va de Cuba con documentos oficiales, documentos históricos; va para Italia, se establece en Italia y Franqui, que había sido el autor de un libro que era una apología a la Revolución Cubana, el Libro de los Doce, escribe este libro que se llama Camilo Cienfuegos (lo muestra). […] más de la mitad del libro es una apología a Camilo, pero una apología de Camilo escrita de forma tal, que el líder principal de la Revolución Cubana es Camilo; no Fidel […]. ¿Para qué? Para después llevar al lector tendenciosamente a la teoría de la conspiración contra Camilo, porque Camilo era el líder más popular, era el líder de más méritos. Franqui es el primer testimoniante traidor. El segundo es el propio Hubert Matos, que después de haber estado veinte años preso en Cuba, escribió este libro (lo muestra), que se llama Cómo llegó la noche, en el que, entre otras cosas, tiene la desfachatez —porque no es otra cosa que la desfachatez de un traidor— de decir que estando preso, detenido el 27 de octubre en la Cabaña… Les voy a leer tres parrafitos, para que tengan ustedes una idea de la catadura moral de este hombre: […] Camilo dice encontrarse en una situación muy difícil y me responsabiliza en cierta forma de la actual situación. Me exhorta a evitar de cualquier manera el juicio, planteándome que él puede preparar un escape. [O sea, Camilo preparando la fuga de Hubert Matos] Me pide que ignore la mierda [así le dice Camilo] que él habla de mí [o sea, que Camilo hablaba mal de Hubert Matos] pues es pura palabrería impuesta por las circunstancias. Me siento incómodo, porque pretende ver en mi renuncia las circunstancias que lo tienen entrampado. Su crisis la tiene por indeciso. Rechazo la oferta de organizarme una fuga. Si me fusilan, que sea defendiendo la verdad y mi honor. De modo que es Camilo aquí quien sale denigrado, Camilo quien ofrece preparar la fuga a Hubert Matos y Hubert Matos quien lo rechaza diciéndole: “No, yo enfrento el pelotón de fusilamiento”. Fíjense cómo se manipula la realidad histórica. Y dice después [el libro de Hubert Matos]: “[…] el 27 de octubre, Camilo insiste: ‘No debe haber juicio, la solución es la fuga’. Conociendo a Camilo, creo que quiere evitar un juicio donde diré la verdad al precio que sea, incluso, el de un enfrentamiento con Fidel, quien en estos momentos debe estar ejerciendo una presión muy grande sobre él”. Cuando ustedes leen acerca del juicio, si Hubert Matos fue tan guapo y tan sincero —ya Camilo estaba muerto cuando el juicio— […] nada de estas cosas aparecen, ni la más mínima insinuación, porque el hombre que fue más lapidario y más exigente contra la traición de Hubert Matos y contra la figura de Hubert Matos fue precisamente Camilo Cienfuegos. En el juicio a Hubert Matos, Fidel dijo [y creo que es importante que ustedes lo conozcan]: Porque Camilo tiene derecho a hablar aquí en el juicio también [Camilo no estaba vivo ya, pero Fidel quería que hablara de toda aquella situación], porque Camilo tenía la responsabilidad del mando del ejército, y si en el ejército había infiltración consciente, como ellos dicen, están acusando a Camilo, están responsabilizando a Camilo, porque Camilo era el jefe del ejército, cargo que ostentaba por sus méritos, y esa es una acusación contra Camilo. Y entonces o son culpables ellos de calumnia, son culpables ellos de traición, son culpables ellos de estar haciéndole el juego a la contrarrevolución agarrando por los pelos el caso de los contados comunistas que pueden estar dentro de las filas del ejército para lanzar contra la Revolución esa acusación que no tiene otro objeto que traer contra la patria la intervención extranjera, y son culpables ellos o es culpable Camilo, que Camilo hable, que Camilo diga también su verdad. Y como Camilo falleció, nosotros en el Instituto de Historia1 nos dimos a la tarea de buscar la voz de Camilo, y hallamos la intervención de Camilo ante los sublevados en Camagüey el 21 de octubre de 1959. Y Camilo va a hablar hoy aquí, porque vamos a escuchar a Camilo inmediatamente. *Fragmentos de las palabras expresadas en el espacio Dialogar, dialogar, de la Asociación Hermanos Saíz, Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, 28 de septiembre de 2017.
** Director del Centro Fidel Castro Ruz. 1 En el momento de esta intervención, el autor se desempeñaba como presidente del Instituto de Historia de Cuba.
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