90 AÑOS DE LA CAÍDA DE MACHADO: UN HECHO TRASCENDENTE

Articulos Cientificos

por Francisca López Civeira; Doctora en Ciencias Históricas. Miembro del Secretariado de la Unhic. Premio Nacional de Historia. 

El 12 de agosto de 1933, Gerardo Machado huyó de Cuba. ¿Qué factores determinaron esa decisión?

¿Qué impacto tuvo ese hecho en el devenir cubano? Son cuestiones importantes para entender la relevancia de los acontecimientos de 1933 para el decurso de la historia nacional en el siglo XX.

La crítica situación de Cuba, donde se había iniciado una crisis estructural desde los años veinte, acompañada de la insurgencia de nuevos grupos y sectores sociales que cuestionaban la corrupción político-administrativa —e, incluso, algunos el propio sistema—, promovió un gobierno como el de Gerardo Machado, que sería el primer intento de enfrentar desde el poder esa situación con medidas de reformas y, en lo político, de unión de su representación política en el marco del cooperativismo, al tiempo que desataba una feroz represión contra los opositores. Este intento no logró su objetivo, pues profundizó la crisis, agravada, a su vez, por la crisis económica mundial de 1929. En esas condiciones, iría madurando en Cuba una situación revolucionaria que, en 1930, se haría muy visible.

Los movimientos obrero y estudiantil marcarían la pauta de aquella lucha, a la que se fueron incorporando otras fuerzas y organizaciones, dentro de una gran heterogeneidad ideológica, que solo tenía en común el repudio a Machado.

El Directorio Estudiantil Universitario, Ala Izquierda Estudiantil, Confederación Nacional Obrera de Cuba, Partido Comunista, ABC, ABC Radical, Pro Ley y Justicia, Mujeres Oposicionistas, Unión Nacionalista, fueron algunas de las organizaciones que estaban en la oposición a Machado en medio de una gran diversidad de posiciones y proyecciones programáticas, aunque las primeras —de estudiantes y obreros— conducían la dinámica del combate en lo fundamental. La huelga de marzo de 1930 y la “tángana” estudiantil de septiembre de ese año fueron los detonantes para una incorporación masiva a la lucha que iría ganando fuerza en los años siguientes.

Frente a la insurgencia popular, que se hacía muy peligrosa para el sistema, las fuerzas representativas de los grupos de poder se nuclearon alrededor de la gestión mediadora del nuevo embajador estadounidense, Benjamin Sumner Welles, en la búsqueda de una solución dentro de los cánones del sistema, en lo cual la nueva política norteamericana podía brindar una posibilidad.

La elección de Franklin Delano Roosevelt y su toma de posesión en marzo de 1933, significó un cambio de discurso y métodos para enfrentar las terribles consecuencias de aquella crisis en el interior de su propia sociedad y en sus relaciones continentales, ámbito en el cual se anunció una política de buen vecino. Esta “buena vecindad” tuvo en Cuba un espacio de prueba muy importante, para lo cual se planteó la “mediación” entre el gobierno y la oposición, como manera de evitar una intervención directa; no obstante, no se logró controlar el empuje de los sectores populares que se mantuvieron al margen de esa gestión.

El 1.º de julio se iniciaron las reuniones de la mediación; pero las condiciones estaban ya maduras para un desenlace mayor, por lo que una huelga iniciada el 5 de julio por los trabajadores de Ómnibus Cuba fue la chispa que se transformaría rápidamente en huelga general. Al margen de las maniobras de Machado de acceder a las demandas económicas y la errónea creencia de la dirección obrera de que la huelga se atenía a sus peticiones iniciales, la situación había desbordado esos límites y arrastró no solo a una huelga nacional, sino también a otros sectores que entraron en la contienda, lo que determinó la imposibilidad de que Machado pudiera sostenerse en el poder.

Las maniobras de la mediación, con Welles en el centro de las decisiones, logró imponer una solución aceptable para esos grupos de poder, para lo cual se utilizó la presencia de algunos oficiales del Ejército —activos y retirados— con el propósito de contrarrestar la rebelión; sin embargo, ya no podían controlar la insubordinación nacional, de ahí que el 4 de septiembre se produjera el pronunciamiento que derivó en golpe de Estado y desplazó a la oligarquía del poder político, lo que significó una ruptura esencial. Por tanto, se asistía a un momento crucial en la historia de Cuba.

El 12 de agosto, por tanto, fue expresión del desarrollo de la situación revolucionaria en Cuba, la cual llegaba a su momento climático. No fue un hecho más ni una renuncia intrascendente, puesto que evidenció la madurez de esa situación revolucionaria que se volvió incontrolable para los grupos oligárquicos y el poder estadounidense.

Es cierto que la revolución con el gobierno provisional, primero en forma colegiada —la Pentarquía— y después con la presidencia de Ramón Grau San Martín, no pudo consolidarse en el poder, en lo que incidieron diferentes factores, entre ellos la falta de coherencia, de un proyecto común en el equipo que integró el gobierno; pero sin duda aquel acontecer marcó un momento crucial en la historia nacional: Cuba no fue igual, nuevos grupos y sectores entraron en los debates políticos cubanos, los grupos de poder debieron reestructurar los mecanismos de su ejercicio y fue indispensable llegar a un nuevo pacto social, expresado en la Asamblea Constituyente de 1940.

Por tanto, estamos ante un acontecimiento de primera importancia en nuestra historia nacional, en específico dentro de los movimientos revolucionarios que buscaban una mejor sociedad, más justa y soberana.